miércoles, 4 de noviembre de 2009

¡BUEN VIAJE, MAESTROS!



Con los tres he disfrutado mucho. Cada uno a su manera me ha enseñado mucho y muy placenteramente.
José Luis López Vázquez, Francisco Ayala y Levi-Strauss.
López Vázquez me enseñó a desdeñar con mayor ahínco la pedantería escénica y a valorar la vieja escuela de los cómicos españoles. Lo mismo que Paco Rabal, Fernán Gómez y mi llorado amigo José María Rodero. Además, Marga y yo disfrutábamos mucho haciendo de Gracita y Pepe Luis, mientras cocinábamos para la semana. (Yo solía hacer de Gracita y ella de Pepe Luis).
Conocí los libros de Francisco Ayala cuando aún había que hacerlo de extrangis en tiempos del finado dictador, y fue gracias a otro Ayala (Félix, o Esteban en versión anglosajona), que se las arreglaba para pasarte una versión bilingüe del “Réquiem por un campesino español” de Sender publicada en una universidad americana. Así pude leer “Muertes de Perro” y otras narraciones magistrales del longevo don Francisco.
Y aún conservo la edición de “El pensamiento salvaje” completamente subrayada y cargada de glosas, que me regaló mi tío Carlos. Es un libro del “Fondo de Cultura Económica” publicado en México. Por aquellos tiempos en la facultad nos dedicaban a chapar Menéndez Pidal a machete, para ver si conseguíamos tomarle manía al “Mio Cid”, cosa que no consiguieron de milagro. Me topé de manos a boca con el estructuralismo y, diría más, con un nuevo modelo de ciencia. Por cierto, recuerdo que nos prohibieron unas jornadas sobre estructuralismo en Santiago, porque entonces lo prohibían casi todo.
En sus diferentes estilos, estos tres venerables personajes marcaron mi vida y mi modo de pensar y funcionar, así que les estoy muy agradecido.
Y una gotita de cabreo: ¿por qué las televisiones públicas no han emitido inmediatamente una de las grandes películas de López Vázquez en vez de tirar tanto incienso, carajo?
Buen viaje, maestros.
(La foto se la he robado a Palinuro por toda la cara)