miércoles, 24 de marzo de 2010

EL RETORNO DE PANTALONE



Pues sí: ayer Pantalone y Familia volvieron a hacer de las suyas en el Teatro de la Escuela. Lo pasamos bien, casi no metimos la pata y el público parece que disfrutó.
Por añadidura, vamos a hacer la función en Villanueva de Gumiel, mi plaza favorita. Esperamos que salgan muchas más y, como de costumbre, nos hagamos enormemente ricos. Hoy, de momento, haremos doblete: una escolar y otra de personas adultas. Teatrillo hasta la bandera.
Mil gracia a todos los que han echado una mano y a las chicas que trajeron claveles (Marga, morados; Cris y Chus, rojos).
Por cierto: acabo de leer el mensaje anual del día del teatro a cargo de Dame Judi Dench. Vaya patochada. Nostalgia de Albert Camus, padre de la criatura.

domingo, 21 de marzo de 2010

GOBERNABILIDAD



En eso si que se han puesto de acuerdo. La Ley Electoral está bien como está y no vale la pena tocarla para nada. Es decir: “la bendición de San Comamos, que no vengan más de los que estamos”.
¡Bienvenido, Mister D’Hondt!
Eso y que “el que parte y reparte se lleva la mejor parte”. PSOE, PP y CiU sonrieron beatíficamente y decidieron perpetuar un sistema electoral perfectamente viciado, que prima descaradamente a los gordos y deja en la puta miseria a los pequeñajos; incluso a los menos gordos. Y la prensa, pasando como el gato por encima de las ascuas. Por añadidura, listas cerradas y bloqueadas; o sea: atado y bien atado.
Gobernabilidad. Ésa es la palabra. Todo en pro de la gobernabilidad, nada de desbarajuste pluralista, que probablemente nos conduciría al caos. Así debieron de pensar prohombres de la política, eminentes politólogos como Franco, Stalin, Hitler, Mussolini o Tito. Claro que ellos lo llevaron un pelín más lejos, porque en lugar de marginar a sus opositores políticos, los eliminaron, incluso físicamente, si es que así lo exigía la gobernabilidad.
La política no tiene por qué ser necesariamente el reino de la mezquindad, el bonito juego del reparto de la tarta. Ejemplos hay de gente que se dejaron el pellejo por su honestidad en ella. Por no mentar a nadie, Rosa Luxemburgo, Andreu Nin…
¿Quién se acuerda de estos despistados en los tiempos que corren?

sábado, 20 de marzo de 2010

CAMPATÍA



La “empatía” es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Al menos eso afirma la Real Academia en su Diccionario. Mi breve, pero ilustrativa, permanencia en el Ejército, me enseñó que la “simpatía” consiste en la propiedad que poseen las granadas y otros explosivos para comunicar su mortífera condición a elementos próximos y afines. ¡Pues vaya simpatía!
Nadie, sin embargo, me había mencionado jamás el concepto “campatía”, que bien pudiera ser formulado de esta guisa: “todo viandante acompañado de un can desarrolla en torno a sí un flujo de comunicabilidad directamente proporcional a la afabilidad de su acompañante perruno.”
O sea, que no nos comunicamos por analogía, sino por “canalogía”. Por lo menos en mi barrio eso funciona así.
La gente se encuentra por la calle y normalmente no se saluda, si no se conoce de antes, y menos entabla conversación con extraños. Pero, si uno va acompañado de su perro, la cosa cambia por completo. Cada vez que avanzo por las empinadas cuestas de Lavapiés conducido por el perro Chispo (es él quien conduce) saludo y soy saludado por todo género de personas con perro: jubilados, jóvenes latinos, señoras de edad, señoritas estupendas (ésta es la mejor parte), familias completas… Nos saludamos, charlamos, nos reímos y permitimos a los animalitos que retocen y se huelan el culo a su sabor.
Campatía, pura campatía.
Yo estoy convencido de que los transeúntes están muy necesitados de comunicarse con sus vecinos, pero no encuentran un pretexto para hacerlo. Los perrillos se han constituido en perfecta excusa para romper la barrera y hasta en un motivo para esquivar la soledad.
A lo mejor todos esos políticos hostiles y vociferantes que pueblan el Parlamento lo que tenían que hacer es adoptar o comprar un perro y llevárselo al escaño. Así habría algo más de campatía y algo menos de mala leche.

jueves, 11 de marzo de 2010

ROBIN HOOD EN CRISIS



Robin Hood, sentado sobre el tronco milenario de un roble, tenía un punto de melancolía en su antaño fulgurante mirada:
- Entonces, Juanito…
Little John (Juanito) se rascó la cabeza:
- Mal, muy mal, jefe, las cosas no pueden ir peor. La mitad de las tierras están sin labrar y los campesinos papan moscas a la puerta de sus chozas sin un mal rosbif que meter entre dientes.
- Habrá que pasarles algunas monedas, para que vayan saliendo del paso.
- ¿Monedas? ¿Qué monedas? Nuestras arcas están completamente vacías. Es más: debemos dinero a bastantes proveedores. Creo que a esto le llaman los sabios “déficit”.
- Pero los asaltos a los ricos… Nosotros tenemos que robar a los ricos para dárselo a los pobres.
- Los ricos dicen que están completamente tiesos, que no nos molestemos. Los colonos y pecheros no les rentan lo suficiente, de modo que han decidido dejar en barbecho las tierras.
- Pero los rebaños de las abadías…
- Los monjes han dejado de alimentar a sus vacas y ovejas a consecuencia del elevado precio que está alcanzando la avena. Dicen que no es rentable criar ganado y van viviendo de las misas y responsos que les encargan.
- ¡Pues sí que estamos frescos!
- Y lo peor es que el Sheriff de Nottingham aprovecha para ponernos verdes y echarnos la culpa a nosotros.
- ¡Qué cabrón! ¿Y dice lo que haría él en estas circunstancias?
- Ah, no, eso no; pero, encizañar, encizaña un huevo.
- Habrá que hacer algo.
- Eso digo yo.
Un silencio abrumador se abatía sobre el bosque de Sherwood y lugares aledaños. Robin tuvo una inspiración, o pareció tenerla:
- ¡Lo tengo, creo que lo tengo!
- Pues tú dirás…
- Es preciso que les demos dinero a los ricos y a los monjes, para que de esa manera vuelvan a tener tesoros y ganado gordo. Entonces volverán a cultivar la tierra y los pobres no las pasarán tan canutas.
- Es que a lo mejor el dinero se lo gastan en francachelas y se comen las vacas. Por otra parte, no sé de dónde diablos piensas sacar el dinero.
- Naturalmente, de los pobres. ¿De dónde, si no? Los pobres tendrán que amarrarse el cinturón un poco más, para que nosotros subvencionemos a los ricos, quienes, a su vez, reactivarán la economía (¿Se dice así?). De ese modo saldremos del atolladero y, a lo mejor, podemos volver a robarles a los ricos, que ya andarán boyantes, para darles algo a los pobres.
- ¿Y los colonos y pecheros? Porque por lo visto salen carísimos.
- Se pueden sustituir por esclavos y siervos. De este modo los costes de producción…
- Pero es que nosotros siempre hemos dicho que había que acabar con la esclavitud y la servidumbre… Además, eso es lo que propone el Sherif de Nottingham.
- ¡Qué coincidencia! ¿Eh? A lo mejor podíamos llegar a un gran acuerdo con él, y entonces…
- Entonces nos correrán a cantazos los de la plebe. No acabo de verlo.
- Bueno, bueno, ya hablaremos. ¿Y los proscritos? ¿Qué hacen nuestros leales proscritos?
- Ahorro privado. Están metidos en planes de ahorro privado, por lo que pueda pasar. Tienen la mosca detrás de la oreja, creo.
- Vaya, hombre…

martes, 9 de marzo de 2010

PRETORIANOS



Cualquier emperador que se precie sabe que es imprescindible contar con una buena guardia pretoriana para sustentar su imperio. Sin pretorianos el poder está vendido, tiene menos futuro que un pastel a la puerta de un colegio.
Éstas son lecciones de la historia que los políticos nunca han echado en saco roto; porque, puede que no siempre anden muy espabilados para sacar al personal de atolladeros, pero en tocante a amarrar el sillón casi ninguno se chupa el dedo.
Claro que esto del pretorianismo tiene sus pequeños inconvenientes. Para empezar, el pretoriano medio gasta un apetito de lobo siberiano, de forma tal, que es imprescindible alimentarlo a conciencia para que mantenga esa inquebrantable lealtad que se le supone.
Y ahí viene el segundo problema: en cuanto un pretoriano deja de percibir los debidos emolumentos nutricios, tiende a encabronarse y hasta puede llegar a integrarse en complots para liquidarse al capo o emperador de turno. Eso fastidia infinidad.
Alguien me dirá que un emperador no es lo mismo que un alcalde de pueblo o ciudad de tamaño medio (Yo qué sé: como Chiclana, o Talavera, o Logroño, o…). Pues quien me objete en ese sentido, creo que se equivoca. Las lecturas de Suetonio, o las de Plutarco, o las de Maquiavelo están al alcance de cualquier modesto edil, exceptuados aquellos casos en que el edil de marras sea analfabeto funcional (a veces ocurre). En esa eventualidad, el munícipe habrá de conformarse con imitar el ejemplo de sus mentores y mayores. Más que suficiente.
La volubilidad de los pretorianos es, en cualquier caso, su rasgo más característico. Hoy entronizan a Calígula y mañana se lo escabechan sin pestañear. Pero eso sólo sucede cuando a Calígula se le va la olla y deja de sustentar a su rebañito de leales, o les escatima la ración de pienso. Hay que ser mentecato para caer en semejante error.
Por último, y por prevenir a los emperadores, ediles y otros detentadores del poder, advertiremos que la proliferación de cohortes pretorianas voraces puede acabar llevando a la bancarrota al erario público, circunstancia que obligará a restringir la cuota popular de pan y circo. Entonces el populacho, que tiene paciencia, pero no hasta esos extremos, tal vez se sienta ligeramente incómodo y la emprenda a hostias con el emperador y sus cohortes. Claro que esto sucede en contadas ocasiones y casi nunca por estos pagos.
Escrito en Madrid a nueve de marzo y a cero grados centígrados.

lunes, 8 de marzo de 2010

LOS OSCAR ME IMPORTAN UN RÀBANO



Ayer descubrí con satisfacción que los premios Oscar me importan un rábano. Desde luego, no presencié en la tele la famosa ceremonia de la alfombra roja. Hay espectáculos que no me interesan y éste es de los que menos me llaman la atención, como no me parecen atractivos los belenes vivientes. En el ámbito de los premios, tampoco me inclino por los concursos de ganado, ni por la elección de Miss Universo.
Así que también estoy en mi perfecto derecho de pasar por completo de los Oscar.
Alguien atribuirá este rechazo a que no me sienta bien el escote “palabra de honor”, que, por lo visto era lo esencial en el show. Puede ser.
O bien a mi inveterada falta de patriotismo, manifiesta en el hecho de que una compatriota residente en el exterior, que hace piruetas medio en pelota colgada de un trapecio, no me parezca acreedora a éste u otro reconocimiento internacional, y, si lo era, pues a mi plin.
El caso es que sigo todavía disfrutando de una intensa sensación de alivio, similar a la que experimento cuando compruebo que jamás he visto un programa de “Gran Hermano”, por rechazo estético y por respeto a Orwell.
A mi esto de los Oscar me parece una horterada de mercachifles del espectáculo.

domingo, 7 de marzo de 2010

DIVAGANDO SOBRE LA IGUALDAD



Cuestión ésta disputadísima. Por el momento, no parece aplicarse en el sentido socialista, que pretende la utópica igualdad entre todos los seres humanos; tampoco al uso liberal – burgués preconizado por la mítica Revolución Francesa.
La igualdad en estos pagos es interpretada con música de charanga por el orfeón popular de la Ministra Aido, la niña de mi amigo Paco. Y se refiere exclusivamente a la que debe establecerse entre mujeres y hombres en un ámbito bastante restringido, por lo que se va viendo.
Efectivamente, en este país existen numerosos entes e instituciones escasamente igualitarios. Por ejemplo, la plantilla del Atlético de Madrid está constituida exclusivamente por individuos machos. No se plantean sacar al campo un once mixto, que, por otra parte siempre sería desigual, puesto que se trata de un número non y el desequilibrio resultaría inevitable. Por lo que respecta a la Selección Española de Natación Sincronizada, ocurre que todas sus componentes son señoras (y señoritas, supongo), lo que manifiesta un caso opuesto al anterior. Claro que hay motivos que justifican la discriminación. El atuendo del equipo, sin ir más lejos, no me parece ajustado a una anatomía masculina.
En cuanto a la Escuela de Arte Dramático en la que trabaja este asno y servidor de ustedes, la desigualdad parece más mitigada; pero, haberla, hayla. El porcentaje de alumnas representa aproximadamente un setenta y cinco por ciento, frente a un veinticinco de alumnos. También hay bastantes más profesoras que profesores. Todo lo contrario sucede con el gremio del taxi madrileño, y mira que es agradable y confortante que te trasporte una dama educadita, en vez de un bigotudo más de derechas que el caballo del General Pavía, empeñado en involucrarte en su cabreo vital.
Claro que el caso más troglodítico de discriminación lo representa la Iglesia Católica, que sigue emperrada en que los curas sean todos machos y no exista la más remota posibilidad de que se repita el caso de la Papisa Juana. Pero a esa institución hay que echarla de comer aparte, aunque su copioso alimento siga cargando a lomos de contribuyente.
Observemos ahora otra cuestión debatida ardorosamente por estas fechas: la fiesta de toros. Hay quienes están a favor y quienes están en contra. Ambos bandos se lo toman muy a pecho y, para postre, mezclan con lo taurino posiciones políticas ajenas al asunto. Ahora bien: ¿a nadie se le ocurre protestar porque en los ruedos sólo se sacrifiquen toros, y no vacas? ¿Es que van a ser siempre los machos bovinos los que paguen el pato? Alguien podrá alegar que en los pueblos se corren vaquillas, pero a ver si es lo mismo, qué carajo. Con el objeto de eliminar la discriminación, al menos en lo nominal, se tendría que hablar de “fiesta de bóvidos”. Después de todo, los debates igualitarios tienen bastante punto nominalista.
Ya digo que se trata de divagar, que es gratis y muy entretenido.

viernes, 5 de marzo de 2010

TODOS GUAPOS, GORDITOS Y CONTENTOS



Hacía tiempo que no escribía aquí. La verdad, porque no se me ocurría nada de provecho, o que no estuvieran escribiendo ya plumas más autorizadas. También, porque me veía yo bastante negativo y no quería amargarle la vida a ningún ocasional lector.
Pero, de repente, descubrí el optimismo y eso me hizo cambiar de opinión.
¡Qué bonito es el optimismo! ¡Viva el doctor Pangloss! ¡Viva la gente!
Por ejemplo, di en el Internet con una página sensacional, que se llama “estosololoarreglamosentretodos”. Una maravilla. Personas desinteresadas y filantrópicas, cual sean las Cámaras de Comercio y “algunas de las empresas más importantes del país”, deciden insuflar optimismo de ése a una ciudadanía más bien mosqueada. Testimonios mil demuestran cómo la bonhomía y el esfuerzo personal conducen hasta un luminoso tránsito hacia la felicidad, y, a una mala, a la puta resignación.
Seguro que el mínimo y dulce Francisco de Asís y el empresario Henry Ford, allá en el paraíso de los bienaventurados, sonríen al alimón y se dan la manita colmados de dicha.
Justo acababa de ver en la tele (rara avis) la estupenda película del señor Paskaljevic “Optimisti”. Recordé la bonita escena final de los crucificados en “La vida de Brian”... ¡Jodidos, pero contentos! Ésta es la idea.
Por si esto fuera poco, se amasan pactos varios para salir de diversos atolladeros, cual sea el de nuestra pachucha economía, o nuestra depauperada educación. No importa con quién se llegue a un pacto (de los montes, como el famoso parto del que salió un ratoncillo), el caso es pactar. Más y más beatitud.
Parece mentira que la gente ande con la mosca detrás de la oreja y, con tanta proxemia y todo, no se fíe un pelo de nuestros políticos de cualquier color. ¡Sonrían, por favor!
Mi antiguo amigo Emilio solía recitar unos versos la mar de ilustrativos: “Tú trabaja con afán / la esperanza te mantenga / y, si por culo te dan, / no hay mal que por bien no venga.
Pues sí que ando yo algo negativo, sí...