domingo, 28 de noviembre de 2010

LOS SIETE NIÑOS DE ÉCIJA SE REUNEN CON CALOMARDE



Hay anécdotas de la historia muy poco conocidas y, sin embargo, curiosas y en ocasiones edificantes. Claro que su veracidad es puesta en entredicho con frecuencia, sea por falta de testimonios fidedignos, sea por pura y simple tendenciosidad de los historiadores, que no siempre son trigo limpio.
Aquí me quiero referir a una de las más problemáticas en cuanto a autenticidad se refiere, pero que me parece muy a cuento en el presente contexto político y económico.
Parece ser que el Ministro Don Francisco Tadeo Calomarde estaba muy preocupado con la devastación de que eran objeto los caminos andaluces por parte de los bandoleros. Había gente empobrecida, comerciantes en franca quiebra y una gran inseguridad en los mercados (de abastos). Era preciso acabar con una situación así de crítica para que la economía de la zona no se fuese al garete del todo.
Entre otras medidas, adoptó la de convocar a los siete niños de Écija a una reunión para tratar el asunto a fondo y concertar remedios en común. Así que todos ellos acudieron al ministerio a la llamada de Calomarde: Luis de Vargas, Fray Antonio de Legama, Pablo de Aroca, "Ojitos", Juan Palomo, Satanás, Malafacha, Cándido, El Cencerro, José Ulloa , “Tragabuches”, Juan Repiso, Francisco Huertas, Juan Antonio Gutiérrez, "El Cojo", Zamarrita, Flores Arocha… Todos, y ya se ve que eran más de siete.
En esta memorable reunión parece que Don Francisco Tadeo Calomarde aceptó permitir los habituales asaltos y robos, siempre que no excediesen una prudente medida, garantizó la impunidad para el bandolerismo legalmente registrado y se allanó a otras justas demandas de sus interlocutores.
Ellos, en justa correspondencia, desvalijarían educadamente y sin aspavientos, evitarían el intrusismo por parte de bandas no registradas y se repartirían los botines con criterios de equidad y proporcionalidad.
Hay que elogiar la prudente sagacidad del Ministro, que optó por la vía del diálogo y la concertación; en vez de por la fórmula represiva que algunos hubieran propuesto, personas intolerantes que hubieran deseado ver ahorcados y descuartizados a los miembros de un colectivo indispensable para mantener los equilibrios sociales y económicos establecidos.

sábado, 27 de noviembre de 2010

EL MISTERIO DE LOS MERCADOS



Lo único que tengo claro sobre esos mercados es que son bastante peligrosos e hijosdeputa, porque la prensa se pasa la vida diciendo que “hay que tranquilizarlos”, “no hay que alarmarlos” y cosas por el estilo. Yo me los imagino como una especie de dragones o hidras, que, en cuanto se les irrita lo más mínimo, la toman a coces y dentelladas con el personal. Luego no deben de ser una buena cosa, digo yo.
Por otra parte, está lo de su impersonalidad o anonimato. Parece ser que son entes de condición telúrica y que detrás de ellos no hay nadie, que funcionan como una especie de sunamis o ciclones de acuerdo con las caprichosas y temibles leyes de una naturaleza desconocida. No parece que haya detrás una panda de mamonazos dedicada a ponerse las botas a cuenta del respetable.
Sin embargo esos tiparracos, los mercados, nunca la toman con los bancos, ni con la gente forradísima, sino que se muestran malévolamente selectivos y la emprenden contra los currantes, los jubilados y gentecilla por el estilo. En ese sentido más parecen mercados de esclavos que, por ejemplo, mercados de verdura o de pescado. Estos últimos son bastante más inofensivos y menos abusones; en tanto que los mercados de esclavos son una putada de gran calibre.
Los mercados son tan indómitos, que no hay gobierno que logre aplacarlos. Más bien los gobiernos parecen claramente acogotados bajo las garras de estos seres prodigiosos y a todas luces malignos.
Menester sería que los clérigos de las diversas religiones, que antes montaban rogativas para pedir la lluvia, o para evitar el pedrisco, pusieran manos a la obra y organizasen actos expiatorios para conjurar a los mercados. A lo mejor funcionaba, oye.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

SALUDABLES E INSALUBRES



De muy gran júbilo y contentamiento es la preocupación de quienes rigen los destinos de la Patria por la salud y bienestar de los ciudadanos. No menos que su abnegada dedicación a difundir entre el populacho ignaro cuáles sean saludables hábitos y cuales otros, insalubres.
No sólo eso: dictan leyes, decretos, ukases y cuantas otras normas fueren precisas para que los renuentes al sano vivir se vean a ello forzados.
La ilustración de este articulillo muestra a una voluntariosa muchachita, tal vez ministrable en un futuro no tan lejano, explicándole a un anciano, probablemente iletrado y, para mayor inri, negro, el camino hacia una vida pletórica de salud y bienandanza. ¿Verá la luz el obcecado ancestro, o seguirá, por el contrario practicando hábitos nocivos?
Es con toda evidencia saludable trabajar por lo menos hasta los setenta años. Todos sabemos cómo la ociosidad es fuente de vicio y origen de declive físico y mental. Un setentón arrimado a su buena hormigonera, o encerrado en su aula con cuarenta animosos jovencitos, vivirá mejor y estará mucho más sanote, que el claudicante abuelete acomodado en la butaca con la tele o el novelón.
Del mismo modo, una pensión de modesta cuantía por vía de congelación anima a los hábitos de frugalidad, óptimos para mantenerse en perfecta forma. Las pensiones elevadas animan al consumo de grasas, triglicéridos, proteínas animales (solomillo, cordero y esas marranadas); en tanto que las muy parcas estimulan la ingesta de sanos y vigorizantes vegetales, acelgas, por ejemplo, que las judías verdes y las alcachofas están por las nubes. Este sobrio pensionista habrá de abstenerse de alcoholes, y deberá saciar su sed con rica agua del grifo.
Sabedoras nuestras autoridades competentes del desmedido apetito de churros, café con leche y tostadas con mantequilla que caracteriza al funcionariado nacional, que a todas luces desdeña o ignora lo perniciosos que resultan para la salud (y para la productividad, que tampoco es moco de pavo) los desayunos copiosos y envenenados de colesterol, proceden a reducir los salarios de la burocracia nacional, con el objeto de impedir su ciega tendencia a la intoxicación alimentaria. Habrán de apañarse con el café acuático de la maquinita instalada en el pasillo de su negociado y así tendremos una población funcionarial estilizada y feliz.
Estos sí que son hábitos saludables y a ellos nos inducen las sabias leyes dictadas por la suprema sabiduría.
Por lo contrario, anatema contra el cigarrito aspirado en la tasca habitual, que eso sí que es insalubre y hasta maligno, qué puñeta.

martes, 9 de noviembre de 2010

VARIETÉS



Gran temporada de espectáculos, a fe mia. Y eso que Telecinco renunció finalmente a su proyecto de contra-progamación durante la visita del Papa a Compostela y Barcelona. Y mira que estaba bien pensada: Belén Esteban peregrinaría a Lourdes (o a Fátima, que eso quedó en el aire) en idénticas fechas. En el santuario elegido sería recibida por un coro de japonesitas pubescentes dirigido por Sánchez Dragó y las cámaras de la popular cadena transmitirían en directo todos los fastos y ceremonias. De todos modos, visto el éxito de crítica y público obtenido por el Reverendo Padre Benito, hicieron bien en no arriesgarse, porque también ellos hubieran podido pinchar.
En cambio no nos perdimos la epifanía (una más) del locuaz señor González Márquez, quien parece emperrado en hundir en la más lúgubre miseria al PSOE de sus pecados. No sólo por el chulesco farol referido a la voladura de los jefazos terroristas, sino por la manifestada capacidad de pontificar y dar consejos a toro pasado. ¿Qué les pasa a estos antiguos próceres, que son incapaces de cerrar el pico ni debajo del agua? ¿De qué les alimentaron durante su estancia en la Moncloa, o qué filtro o bebedizo les fue suministrado para que salgan profetas? Porque, anda que el líder global don José María…
Nuevo espectáculo mediático, éste del apellido de papá y mamá. Cabreo singular de los Zurracapote y júbilo sin límites de los Abadejo. La novia le pregunta al novio: “Bueno, y a todas éstas, tú ¿cómo te apellidas?” Él se rasca la cabeza y responde: “Pues… Yo… Albondiguilla, pero…” Ella airada: “¡Pues ya no me caso contigo, una Zorroplastez jamás accederá a verse relegada en cabeza de su progenie.” Yo creo que hubiera sido mejor y más igualitario que el propio interesado pudiera apellidarse como le saliera a él mismo de la perinola. Así podría denominarse, por ejemplo, Amalio Tres Cuervos, o Federico Barba Amarilla. También se hubiera podido optar por algún apodo de sus familiares. Yo mismo hubiera podido elegir entre “Mongetes”, que es como motejaban a mi abuelo, o “Sangonera”, mote de papá, que gozaba de un descomunal apetito. Nuestras autoridades van a lograr a este paso que el concepto de “igualdad” le suene a pitorreo a todo bicho viviente.
Por último las Academias de la Lengua se han despachado con otro numerito circense con el apaño ortográfico para todo el orbe hispano. Menos mal que todos los escolares y gran parte de sus padres y mentores eso de la ortografía ya se lo solían pasar por la entrepierna con el mayor desenfado, de forma tal que los inmortales podían haberse ahorrado la molestia. ¡Si quien manda en la ortografía es el corrector de Microsoft, leshe!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿NANOPOLÍTICA?



Hay quien anda diciendo por ahí que en los tiempos que corren no haría falta para nada un Parlamento tan grande como el que tenemos. Bastaría con una docena de individuos armados de las adecuadas herramientas tecnológicas para legislar, o para impedir que otros legislen. Incluso se habla de un ERE para los políticos. A primera vista, cualquiera diría que la propuesta es razonable, ya que las imágenes televisivas del Congreso (el Senado casi no existe) nos muestran, ora un hemiciclo despoblado, ora un cacho hemiciclo aclamando, ora un cacho hemiciclo abucheando. La verdad, para este viaje no necesitábamos alforjas.
Podemos añadir, si nos ponemos a ser malos, que casi nadie sabe quiénes son los representantes de su circunscripción en el Legislativo. Personalmente, confieso que no lo sé, ni tampoco me interesa demasiado. Me consta que su aportación se limita a votar lo que decida la cúpula del correspondiente partido, sin que exista la más remota posibilidad de que ninguno de ellos se ponga a hacer la guerra por su cuenta. Los debates son completamente estériles, en la medida de que nadie va a convencer a nadie de nada; todo el pescado está ya vendido. Creo que llamar “debate” a un intercambio de improperios es muy inadecuado.
Sin embargo, la idea de reducir drásticamente el Parlamento es bastante disparatada. En un mundo netamente audiovisual la pérdida del espectáculo perjudicaría a la política y a los políticos, que ya están bastante perjudicados, por ejemplo. Claro que alguien podría argüir que, gracias a la tecnología, el “nanoparlamentario” (llamémosle así) dispondría de toda una batería de sonorizaciones corales y animaciones visuales, que podría accionar en los momentos oportunos para dotar de brillantez y lustre a los “nanodebates”.
Pero lo esencial no es eso. Lo que de verdad anula las propuestas de jibarización parlamentaria es que todas ellas ignoran la sustancia de lo parlamentario en sí. Si los líderes de los partidos y sus correspondientes sanedrines no dispusieran de escaños para retribuir a sus leales, a ver con qué moneda obtendrían una peana sólida en la que sustentar su liderato o sanedrinato. El morbo que caracteriza y adorna a la elaboración de listas electorales decaería de modo instantáneo y el sistema, en suma, se iría a tomar por saco indefectiblemente. Y si los susodichos líderes y sanedrines no dispusieran de una guardia pretoriana colmada de gratitud, cualquier mindundi de filas podría tomarlos por el pito del sereno.
Por eso desestimamos la propuesta de quienes pretenden atacar en su línea de flotación a un sistema electoral y parlamentario que sostiene vigorosamente una fórmula de Estado tan eficiente y estética como la vigente.