jueves, 29 de enero de 2015

GENTE DE NEGRO


El negro es el color de moda. Nada tiene de extraño, puesto que el panorama hispánico es bastante oscuro, o a mi me lo parece.
Lo que sucede es que, aunque parezca mentira, el negro tiene muchos matices. La negrura reinante no es monocroma y hay gente de negro o en negro de distintas clases.
Por un lado están los usuarios de tarjetas negras, que son unos cuantos según se va viendo. Estos golfetes o diablillos diz que se han estado pegando la gran vida a cuenta de una ruinosa entidad bancaria, ésa que hemos rescatado los pringados de siempre, por filantrópica decisión del Gobierno. El matiz de negro-desaprensivo  o negro-morro.
A escasa distancia en el espectro cromático que comentamos, lo de la pasta negra repartida por esos llamados paraísos fiscales, que más bien son limbos financieros o, incluso, infiernos pastíferos (más bien pestíferos). Sólo las afamadas tintorerías Montoro han realizado el milagro de blanquear a bajo precio parte de estas tinieblas, y eso sí que tiene mérito. Sin embargo, la mayor cantidad de esos dinerillos siguen a buen recaudo con su peculiar invisibilidad. Negro-misterio, o negro-adivina quién te dio, o negro-andana.
En la otra punta, el negro de los que cobran en negro, porque no tienen más gaitas. Pepe (llamaré Pepe para despistar a todos estos desdichados y oscuros sujetos) es electricista en paro y hace chapuzas, que cobra en negro. Pepe tiene un pequeño taller de reparación de automóviles y pilla su retribución en negro. Cierto que procura encontrar piezas en los desguaces (que también cobran en negro) para que al cliente no le salga tan caro. Pepe anda vendiendo naranjas con una carretilla por las calles y el muy malvado no paga IVA, naranjas en negro. Pepe, que también está en paro, hace pan casero y lo vende por el barrio a cambio de un euro más negro que la brea… Negro-desdicha o negro-por cohone.
De vez en cuando el dedo acusador del fisco apunta a estos últimos opacos por insolidarios y por tramposos. Claro que me da la impresión de que ellos pueden sospechar que su óbolo a las arcas públicas bien pudiera ir a parar a los otros negros, a los que mencionaba en los dos primeros párrafos. ¡Malpensados!


jueves, 22 de enero de 2015

ANATOMÍA DE UN PARTIDO


Prefiero hablar de “anatomía”, antes de que sea preciso hacerlo de “autopsia”.
Y es que me parece una perfecta insensatez todo ese ruido que se está formando en el PSOE, partido en el que milito, en torno a su Secretario General, Pedro Sánchez, un ruido aparentemente orquestado por Susana Díaz, pero ejecutado por instrumentistas de más brío que afinamiento. Entre ellos José Luis Rodríguez Zapatero, Carme Chacón y Pepiño Blanco, aunque el concertino, cómo no, parece llevarlo el inevitable González, nuestro locuaz capitalista colombiano.
No hace falta ser politólogo para constatar que el cuestionamiento público de un Secretario General elegido hace un año aproximadamente no ayuda a fortalecer la imagen de ningún partido político. ¿Qué se pretende, entonces, con todo ese incienso que parece haber mareado a la Presidenta andaluza? Supongo que alguien sabrá explicarlo.
En las elecciones primarias a la secretaría general no apoyé a Pedro Sánchez, sino que intervine muy activamente a favor de la candidatura de Pérez Tapias, y lo hice por muchísimas razones. En primer lugar, porque representaba a Izquierda Socialista, corriente en cuya fundación tomé parte. En segundo lugar, porque Pérez Tapias es un político fuera de lo común, alguien fuera de la hierática y aburrida moda. No nos fue mal, pero lógicamente la candidatura fue arrollada por la del hombre postulado por una mayoría que se gestó precisamente en torno a Susana Díaz y otros agentes, precisamente los que hoy parecen arremeter contra el electo.
Entiendo que, una vez resuelta la contienda electoral a favor de Sánchez, en buenos usos democráticos lo que hay que hacer es acatar los resultados y no dedicarse a levantar polvareda. Tanto en lo interno, porque estoy muy harto de que se nos señale con el dedo cuando ejercemos el legítimo derecho a la crítica en nombre de la “unidad” por quienes ahora deberían aplicarse el cuento.
En clave externa, bastantes problemas tiene ya el PSOE en un escenario electoral cada día más complicado (probablemente aún más, si se produce el adelantamiento de los comicios en Andalucía), como para seguir despistando a un potencial electorado renuente y confuso.
Vamos a suponer que la sensatez surja por alguna parte y que los salvadores dejen de salvar de una vez por todas.


miércoles, 14 de enero de 2015

EN COMPAÑÍA DE CHARLIE


En el mundo hay mil quinientos millones de musulmanes. Estoy convencido que la inmensa mayoría de ellos no tiene la más mínima intención de participar en una guerra santa; mucho menos les interesa sufrir martirio por el Islam, así les prometan todos los más apetecibles paraísos imaginables. En general les llama más la atención sobrevivir en las condiciones más confortables que se pueda, que no es poco en los tiempos que corren.
Mis buenos amigos musulmanes, que son unos cuantos, creo que comparten este punto de vista; tanto como mis excelentes amigos judíos.
Lo que sucede es que un hijoputa musulmán, es lo más parecido a un hijoputa cristiano, que, a su vez, es clavadito a un hijoputa judío, y éste es la viva imagen de un hijoputa hindú y así sucesivamente.
La llamada “islamofobia” va a pillar un buen caldo de cultivo en la situación creada por los estúpidos exaltados que acaban de atentar hace una semana en París. También los defensores de los famosos “valores occidentales” aprovechan para regodearse en la excelencia de su doctrina. Lástima que tales valores no tengan nada que ver con los de libertad, igualdad y fraternidad; sino exclusivamente con el lucro a macha martillo, que se logra avasallando a quien se interponga en el camino hacia él. Así que menos lobos.
Por otra parte, es muy difícil que una religión y sus jefes o caudillos permitan a la gente vivir sin meterse con sus semejantes, es complicado que las distintas fes o creencias no se empeñen en invadir la vida pública y privada. La violencia para conseguir tales objetivos se ejerce en muy diversos grados, pero suele producirse.
De mi prolongada estancia en un país islámico, de los que pasan por moderados, guardo algunas anécdotas agridulces. Ramadán, visito a un entrañable amigo, director de un centro docente: “¿tienes tabaco?”. Sudaba frío. “Pues mira, vamos a escondernos a fumar, no sea que me pille el conserje y me denuncie. Me juego la carrera”. Semejante situación en las mismas fechas: acudo a casa de otros amigos, profesores universitarios, con dos botellas de rioja: “¿has traído sacacorchos?”. “Pues no, pero podemos ir a pedir uno a la tiendecita (bakalito) de ahí en frente”. “¿Tú estás loco? ¿Quieres que nos metamos en un lío?”
Menos mal que uno tenía la experiencia del nacionalcatolicismo franquista, cuando las parroquias emitían certificados de buena conducta y hacía falta exhibir la partida de bautismo para un trámite cualquiera. Y en esos tiempos existía el “Index librorum prohibitorum”, que, sin duda alguna hubiera incluido a “Charlie Hebdo”. No es necesario remontarse a las Cruzadas (la guerra de Franco también así fue denominada), ni a los tiempos de la Inquisición.

Pues, volviendo a los “valores occidentales”, a otro perro con ese hueso. Decir a boca llena “Je suis Charlie”  no garantiza que alguien proclame su amor por la libertad. Es una frase seriamente afectada por la polisemia. Así que yo no soy Charlie; simplemente me he reído mucho con esa revista, sin compartir al cien por cien su orientación; como solía disfrutar de “Le canard enchainé” y qué te voy a decir de “La Codorniz”.

sábado, 3 de enero de 2015

SOBRE EL MIEDO


El ministro De Guindos ha dicho de nuevo que en 2015 los españoles ya no tendrán miedo a perder su trabajo. Clarividente. Hay más de cinco millones de personas que están paradas y, por consiguiente, no van a padecer ese temor; del mismo modo que yo no tengo miedo a perder mi colección de Picasso, puesto que ni la tengo ni hay perspectiva alguna de que llegue a poseerla. Y los que trabajan con contratos temporales y/o precarios, tampoco deben asustarse, ya que saben de sobra que su empleo es “como la flor del heno” y prescribirá inexorablemente en el plazo fijado. Tampoco los jóvenes que todavía no han tenido ocasión de trabajar, ni parece que vayan a conseguirlo, han de preocuparse Conclusión: este sujeto es un perfecto cínico.
Otro miedo, un miedo alimentado desde los altos y sublimes poderes europeos: como Syriza gane las elecciones en Grecia va a sobrevenir el caos, los griegos y los europeos en general van a soportar un cataclismo político de dimensiones inimaginables. Más o menos lo que acaecerá si Podemos alcanza el poder en España, desastre que numerosas encuestas pronostican en tono de alarma.
Puede ser, tal vez los agoreros tengan toda la razón del mundo y nosotros debamos ser presas del temor, incluso del canguelo o jindama, que todavía suena más fuerte. Sin embargo, creo que nos hablan de un miedo hipotético, olvidando el miedo real, el que ya conocemos. Personalmente prefiero combatir este último: me da miedo que la derecha española, encarnada en el PP, vuelva a ganar unas elecciones, puesto que ya sabemos cómo las gasta. Recortes en derechos sociales, precarización del trabajo; endeudamiento masivo del Estado, pese a todas esas medidas de presunta austeridad… Corrupción a gran escala…
¿No es para tener miedo?