sábado, 24 de marzo de 2007
POSTURAS SOECES
Debo declarar que, si me pierdo, nadie debe buscarme debajo de un paso de Semana Santa. Ni de coña.
Me parecen lugares insalubres, incómodos, poco apetecibles, en suma, para una persona de hábitos francamente burgueses, como voy siendo progresivamente. Por otra parte, mi carencia de fe religiosa constituye un segundo obstáculo para mi presencia bajo esos pesados y barrocos artefactos.
Sin embargo, me sorprende que una cofradía cordobesa, jaleada por el propio obispo de Córdoba, haya prohibido que dos señoras o señoritas se metan a costaleras, compartiendo así tan pesada faena con sujetos del género masculino.
Dicen estas piadosas personas que ello se prestaría a “posturas soeces”. Francamente, y confieso mi desconocimiento del espacio procesional de referencia, no me da a mi la impresión de que éste pueda devenir en lugar orgiástico, un lugar de desenfreno y lujuria. Pienso yo que a los censores en cuestión les pueden suceder cosas tales como:
- Un absoluto desconocimiento de las delicias del sexo y sus condicionantes físicos. ¿Pensarán que el lugar idóneo para la fornicación es un andamio a la intemperie en pleno invierno moscovita?
- Una notable falta de familiaridad con el trabajo físico. Vamos, que nunca han dado un palo en el agua y se piensan que cuando un ser humano de uno u otro sexo echa sobre sus lomos unos pocos kilos, sea por obligación o por devoción, se pone más cachondo que un mandril en celo. Pues no, porque en esas circunstancias no está el horno para bollos.
- Vocación inconfesa por las modalidades eróticas sado-masoquistas. No, si hay quien cree que una buena mano de zurriagazos es el colmo del placer sexual, pero se me antoja una tendencia muy minoritaria,
En fin, como no hay mal que por bien no venga, a lo mejor a las dos costaleras afectadas les da por echarse a reflexionar y hasta puede que lleguen a la conclusión de que eso de andar acarreando santos por ahí es, según opino, una perfecta tontería.
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