domingo, 7 de octubre de 2007

CIVISMO Y CINISMO


Llevo una larga temporada con los ojos como platos a cuenta de la sensacional polémica en torno a la Educación para la Ciudadanía. Vamos, que ando entre la perplejidad y la desolación.
Digo que me asombra que la bronca se haya armado a cuenta de un tema educativo que a mi se me antoja completamente periférico. Y encima con acompañamiento coreográfico de clérigos indignados, pater y materfamilias numantinos... Y políticos de diversa (y tan diversa) tendencia metidos en la pelea hasta el pescuezo.
Tenemos un sistema educativo que, en mi opinión, hace aguas por los cuatro costados, y creo que más de una instancia autorizada de la Europa y del Mundo coincide en manifestar que la cosa no está para tirar cohetes. No es cosa de culpar a nadie en concreto, porque el problema viene de lejos y tiene raíces sociales muy gordas. Entre otras, el gigantesco abismo que se abre entre educación escolar, educación familiar y educación mediática. Intente usted convencer a una mozalbete de que no es buena cosa andar a trompazos con sus semejantes, mientras la criaturita está harta de asesinar gente en los videojuegos, por ejemplo. Por otra parte, los centros educativos se las ven y se las desean para mantener un mínimo de orden y concierto en aulas y periféricos, y los escolares parece ser que en un alto porcentaje no tienen demasiado claro a dónde conduce su largo y obligado paso por los templos del saber.
Añadamos que los profesores no se sienten especialmente satisfechos con su oficio y muchos de ellos, si pudieran, mudarían de ocupación sin pensárselo dos veces. Prueba de ello es la demanda masiva de jubilaciones anticipadas que se está produciendo.
Pero resulta que el asunto estrella en este panorama es lo de la educación cívica ésa.
Que conste que a mi parece bien que se imparta esa materia; pero aún me parecería mejor que sus contenidos impregnasen a lo largo y a lo ancho todo el sistema educativo y, más aún: me parecería óptimo que la gente implicada se creyese de verdad los susodichos contenidos.
Lo que encuentro sórdido es que políticos, medios de comunicación y popes de toda índole se salgan por la tangente, en vez de afrontar de una vez por todas y sin tanta jerigonza ideológica los problemas de la educación en España y cómo ponerles remedio.
La última escaramuza sobre esta particular fronda ha venido a cuenta de un video parido por las Juventudes Socialistas. ¡La que se ha armado a lo tonto! “Desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca” ha tenido que echar su cuarto a espadas respecto a un asunto de tamaña trivialidad.
Desolador.
Y encima el video, en mi opinión, es de una pobreza apabullante. Si lamentable resulta el zángano de la lagartija en la pechera, no menos penosa es la ejemplar criaturita que le hace de contrapunto. Vaya maniqueismo tan elemental. Digo yo que, si los jóvenes acaban perdiendo el sentido del humor e incurren en estas zafiedades, estamos bien lucidos.
Debo añadir que los que vivimos y trabajamos entre gente joven sabemos perfectamente que eso no es así, que en su mayoría siguen siendo una panda de lo más saludable y, por consiguiente, ajenos al tumulto. Que Dios se la depare buena.

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