domingo, 6 de enero de 2008

CRÍA CUERVOS...




Vuelta a casa y al pesado de blog éste, al que es preciso alimentar para que no desfallezca y muera. No soy capaz de abandonarlo, como si de un infeliz caniche se tratara, que es lo que hacen algunas personas sin corazón para irse de pendoneo a la playa.
Aún cuando lejos del mundanal ruido y diariamente entregado a faenas profundas y arduas, como es la captura de níscalos por los pinares, he recibido ecos del tumulto exterior, y esos ecos casi me revientan los tímpanos, palabra.
Por ejemplo, el fastuoso espectáculo de las familias cristianas en la madrileña plaza de Colón.
Allí los señores obispos, con el apoyo aéreo de Su Santidad Benedicto y de la eficiente infantería del general Kiko Argüello, emitieron los adecuados mensajes de amor, caridad, paz, conciliación y otras señas de identidad cristiana que corresponden a las señaladas fechas de la Navidad.
Estos piadosos prelados parece ser que exceptúan de tales sentimientos amorosos y caritativos a los precitos que no forman familias cristianas, sino aberraciones laicas, a los gobernantes que toleran y apoyan tales aberraciones y, en suma, a quienes no hacen las cosas como ellos piensan que hay que hacerlas velis nolis.
Claro que ello se hace en defensa de la democracia consagrada en la Constitución Española. Pues digo yo que hay que tener una cara durísima para predicar democracia desde una institución que se rige por normas, no sólo antidemocráticas, sino a menudo atentatorias contra los derechos humanos. Por ejemplo, esa institución discrimina a la mujer, que no tiene acceso, no sólo a la jerarquía, sino al mismo sacerdocio. Sólo era un ejemplo.
No entiendo cómo los consecutivos gobiernos de este País, y en particular los gobiernos progresistas, como el actual, se han dedicado a mimar a estos personajes, incluso rozando los límites de la legalidad constitucional. ¿Qué sentido tiene? Religión en la escuela, pingüe participación en las arcas del Estado... Unos acuerdos (Concordato en realidad) con el Vaticano francamente abusivo... ¿A qué jugamos?
A ver si en la próxima legislatura el deseable triunfo de nuestra moderadísima izquierda trae consigo un trato algo más congruente para esta cuadrilla de trabucaires. No se trata de quemar iglesias, no. Simplemente aquello del César y Dios, que ya va siendo hora.

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