miércoles, 10 de diciembre de 2008

TURRÓN Y AUTARQUÍA


La crisis nos pone ocurrentes. Será por eso de que la necesidad aguza el ingenio, porque “tiene cara de hereje”, que es una cara muy poco favorecida, al parecer.
Los cerebros del PP, por ejemplo, lanzan la ocurrencia de liberalizar a tope. Ingenioso, sin duda: ya que la jugada neoliberal nos metió de patitas en la crisis, liberalicemos más y andando. Supongo que esta es la famosa estrategia de homeopatía económico – financiera. Similia similibus curantur. O así. Eso y facilitar el despido, mediante una nueva reforma laboral. Puesto que hay paro, propiciemos nuevos despidos que generen nuevos parados. Más homeopatía y toma del frasco. Porque nadie se creerá que las empresas, que están aprovechando la crisis mediática para sacarse de encima miles de currantes, van a ponerse a contratar como locas en cuanto les pongan el despido a huevo.
Pero la última ocurrencia, verdaderamente ingeniosa y brillante, llega en boca de don Miguel Sebastián, esa joyita, cuyo principal mérito parece haber sido un descomunal batacazo como postulante a la alcaldía de Madrid; mérito que le ha elevado al Ministerio de Industria.
Propone don Miguel que celebremos las Navidades con productos españoles, porque de esa manera crearíamos un montón de puestos de trabajo. Vamos, la autarquía del turrón y la zambomba.
Ni siquiera de la pandereta, porque si te aventuras a buscar una en los horrendos puestecitos de la Plaza Mayor, corres el riesgo de encontrar sólo unas cosas de plástico probablemente fabricadas en Taiwán o cualquiera sabe dónde. ¿Dónde aquellas gloriosas de aro de madera y parche de piel de gato, o de burro?
Cosas de la célebre globalización, otrora tan aplaudida por nuestras próceres figuras de la economía moderna.
Percebe gallego, haberlo, haylo, pero al doble de precio que ese larguirucho e insípido de ignota procedencia. Y espárragos de Navarra, pero cuidado con lo que cuestan. Además, si examinamos atentamente la etiqueta de una conocida marca de Lodosa o de Mendavia, podemos encontrarnos con que la baratura del producto se debe a que la empresa nacional adquirió los espárragos en Paraguay o en China y se ha limitado a enlatarlos y distribuirlos…
No es tan fácil lo de consumir productos españoles, porque primero habría que identificarlos y acto seguido sería preciso pagarlos, ahora, que no está el horno para bollos.
La verdad es que me gustaría consumir en estas fechas tan horripilantemente señaladas unas angulitas de Aguinaga, por ejemplo; pero como el más barato de estos pececillos sale a unos seiscientos (600) euros el kilo, me temo que volveremos a la gula del Norte (ignórase del norte de qué país), que viene a salir a dos (2) euros el paquetito de cincuenta (50) gramos.
Respecto a los regalitos navideños, intenten vuesasmercedes darle el cambiazo al nene de una consola asesina de procedencia foránea por una castiza muñeca de trapo artesanal, verán cómo los berridos se escuchan en los confines del mundo globoso o global. Cosas del libre mercado.
Así que a buenas horas mangas verdes; o bien, y siguiendo por la castiza vía propuesta por don Miguel, después del burro muerto, la cebada al rabo.

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