martes, 9 de diciembre de 2008

NADA DE MUERTE AL BORBÓN



Vida. Larga y próspera vida al Borbón, a todos los Borbones. Pero no en condición de Rey de España, sino de tranquilo y rico ciudadano. La pamplina del diputado Tardá ha debido de molestar a todos los republicanos serios, entre los que me incluyo. Con “caca, culo, pis” no vamos a ninguna parte, ciudadano.
En el caso (francamente hipotético) de que se produjera una reforma a fondo de la Constitución, y una vez instituida la III República Española, a nadie se le ocurriría guillotinar a Borbón alguno, ¡qué disparate anacrónico y sanguinario! Lo razonable sería que el monarca de turno abdicara pacíficamente y que fuera despedido con todos los honores que correspondan a un personaje de su relieve, así como a los méritos de sus antecesores en el cargo.
Desde luego esta familia no se iba a marchar con una manita delante y otra detrás, porque parece ser que están bastante forrados y a algunos de ellos no se les dan mal los negocios. Por supuesto que no tendrían que partir al exilio, como pasó con Alfonso XIII y su descarriada señora. En este País no se está mal del todo y ellos disponen de alojamientos adecuados para seguir viviendo estupendamente y recibir a las amistades de forma muy decorosa.
¿Qué les gusta ir a las Olimpiadas y a los partidos de tenis importantes? ¡Abono vitalicio, sin discusión alguna! ¿Qué les da por navegar, por esquiar, por montar a caballo y cosas por el estilo? Pues que no se priven, que ellos pueden permitírselo, ¡qué diablos!
Encima se verían libres de todas esas molestas obligaciones protocolarias, que deben de ser un auténtico coñazo. Tampoco el Rey dimisionario tendría que inventar vaguedades para decirlas por Navidad, ni que contar con fulanos que se estrujaran el magín para ayudarle a enjaretarlas. Todo, como se ve, serían ventajas.
Respecto a la popularidad, tengo por muy cierto que las revistas del corazón, como el Hola, el ABC y el mismísimo País, no iban a dejarlos tirados en el más vil anonimato, sino que seguirían ocupándose de toda la familia con el mismo embeleso, y la televisión pública dedicaría minutos y más minutos a cada boda, natalicio u óbito borbónicos en sus corazones de estación en curso. Lo mismo que hacen, por ejemplo, con la Duquesa de Alba, con Julián Muñoz y demás personajes estelares de nuestra vida social.
Así que, ciudadano Tardá, deje de meter la pata, que por ahí no vamos a ninguna parte. Claro que por otro vericueto tampoco vamos a ninguna parte, que ya lo han dicho don Zapatero y don Rajoy: nada de reforma constitucional. Creo que han retomado el viejo dicho ignaciano: “En tiempo de aflicción no hacer mudanza”. Con que tenemos Monarquía para rato.

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