domingo, 24 de mayo de 2009

EUROABULIA



Creo que es el domingo siete de junio cuando se celebran (o, más bien, “tienen lugar”) en España las elecciones al Parlamento Europeo. Parece ser que a nuestros conciudadanos, como a los ciudadanos de casi todos los países de la Unión, se les da una higa el evento. La morrocotuda abstención registrada en la anterior convocatoria es un bonito síntoma de tal desinterés. Ni aún haciendo coincidir estas elecciones con unas autonómicas parece que susciten más pasión colectiva que una elección de miss Villaconejos (infantil).
Los propios partidos políticos, aunque digan con la boca chiquita que se trata de algo importantísimo, sólo tienen la mirada puesta en los resultados a nivel nacional; digan lo que digan, piensan que la eurocoña venidera les servirá de tanteo cara a unas elecciones de verdad, las que dan o quitan el poder doméstico. Para mi que se equivocan.
Además, estoy convencido de que los escasos votantes que van a acudir a las urnas lo van a hacer con ese mismo criterio. Aquí se va a votar mayormente contra Zapatero, o contra Rajoy; ni siquiera a favor del uno o del otro.
El personal tiene muy poco claro para qué sirve un Parlamento que carece de capacidad legislativa; es decir, que se llama “parlamento” por llamarse de alguna manera. Algunos sí que saben que sus miembros se pasan por allí de higos a brevas y que algunos, como, por ejemplo, el ínclito Mayor Oreja, no han dado un palo en el agua en todo su precedente mandato. Ello le ha valido ser proclamado cabecera de lista por su partido. Suena a cachondeo, la verdad.
La estructura política de nuestra cacareada Europa les suena a japonés a casi todos los ciudadanos, quienes suelen tener más presente al BCE, por aquello de la hipoteca y, algunos, a la Comisión, por lo de las subvenciones. Incluso el Consejo dicen que haberlo, haylo.
No hay experiencia más hilarante que la de haber tenido que participar en alguna actividad o institución de la Unión Europea. Al que suscribe le ha correspondido un par de ellas y ha extraído como principal conclusión que hizo el canelo en ambas ocasiones, si bien las dietas resultaron más que satisfactorias.
Hay dos datos adicionales que pueden fomentar la impresión de inanidad a la que me refiero: uno de ellos la política de “venid y vamos todos”, que ha causado un desmedido engorde de un organismo en incipiente desarrollo; el otro, la evidente bipolaridad entre los cabezas de serie: integracionistas y renuentes.
Pues bien, con todo y con eso, yo seré de los que se sumen a la fiesta: iré a votar a la izquierda, para que se animen un poco estos colegas.

2 comentarios:

Palinuro dijo...

Estoy de acuerdo con todo lo que dices y, sin embargo, "Europa" funciona; a base de chapuzas (siempre que puedo, hago propaganda de mi bonita teoría de que la Unión Europea es una chapuza y, precisamente por eso, funciona), de chafarrinones, de cachondeos. Pero funciona. Para comprobarlo: mira a los chavales de hoy, los veinteañeros... o a nosotros mismos. ¿Cuándo pensaste en tus años mozos que podrías ir de Madrid a Helsinki sin necesidad de pasaporte y sin cambiar de moneda?
En fin, ya somos dos los que iremos a votar el domingo

Alejandra dijo...

Pues yo también iré a votar porque tengo una conciencia democrática como una catedral de grande y yo soy más europeísta que nadie. Pero vamos, cada vez se me hace más cuesta arriba, porque vaya tropa...