miércoles, 2 de septiembre de 2009

LA PESTE



No acabo de ver clara las propuestas de el Javi sobre medidas que se pueden adoptar en el caso de la gripe A, que tan ocupadas tiene a nuestras autoridades salubres y, en particular, a doña Trini, la del sin par gracejo.
No digo que sean absolutamente inviables o inadecuadas, sino sólo que no las acabo de ver.
En primer lugar, lo de las tablillas de San Lázaro. Sé que en su momento dieron muy buen resultado, ya que la gente ponía pies en polvorosa en cuanto escuchaban su lúgubre sonido. El leproso estaba obligado a portarlas consigo, de forma tal que se evitara el contagio de los sanos y eso funcionaba. Los griposos A – dice el Javi – tal vez debieran de ser dotados de una versión moderna (electrónica adaptada al móvil, por ejemplo) para que no nos anduvieran soltando virus a chorro en las narices. No sé…
La otra propuesta me parece algo más drástica. Se trata del asunto de las escuelas infantiles (eufemismo de “guarderías”) a las que acuden tiernos infantes para que sus papás puedan currar los dos, ya que no hay Cristo que en este país se sustente con un solo salario. En efecto, una amiga mía que trabaja en el sector me cuenta que les han mandado no tocar a los niños, si no es con un palito y a distancia, que les limpien los moquillos con máscara antigás y gasa esterilizada, que los bebés sean alejados de las funestas costumbres de sobarse entre sí y tirarse de los pelos… No exactamente, pero casi. Propone el Javi que, ya puestos, los nenes afectados por la gripe sean sacrificados de forma rápida en indolora. ¿O es que cuando lo de la gripe aviar no se cargaron gallineros completos? Cortar por lo sano, nunca mejor dicho. Eso me parece una barbaridad; aunque, claro, conociendo al niño Parsifal, sobrino de el Javi, me hago un poco de cargo.
No sé cuánto durará la pandemia (¡!) pero su erradicación acarreará algunas pegas o efectos negativos. Por ejemplo nos privará de escenas entrañables, como la protagonizada por Trini y Espe todas monas y jacarandosas dándose besitos, tal vez en la convicción de que ninguna de ambas damas padece síntoma alguno de la cruel dolencia.

1 comentario:

Alejandra dijo...

En fin... lo del palito ha sido genial. :)