sábado, 15 de mayo de 2010

ELOGIO DEL TERROR



El terror como fuente de persuasión y disuasión siempre ha funcionado perfectamente. Un rebaño acojonado siempre se mostrará manso y sumiso y estará dispuesto a plegar sus hábitos y apetencias a los deseos del pastor. En cuanto la gente deja de estar afectada por el espanto, se lía a hacer tonterías y a salirse de la vereda.
A eso es preciso añadir que una imagen, vaya topicazo, vale mucho más que mil palabras.
Por ejemplo, sin imágenes del Infierno, como la que ilustra este articulillo, la Iglesia no hubiera podido amedrentar adecuadamente a los pecadores, o sea, a todos sus fieles. A nadie le apetece hallarse en situaciones tan desagradables y traumáticas, como las representadas en este cuadrito.
Una imagen vale mucho, pero una imagen macabra vale muchísimo más. En otros tiempos se descuartizaba a los ajusticiados y sus miembros eran expuestos en los lugares públicos para escarmiento y prevención de los delincuentes efectivos o potenciales. También eso funcionaba.
Ahora el Ministerio de Sanidad va a decorar los paquetes de cigarrillos con imágenes tan espantables, o más, que aquellas infernales. Buena idea.
El caso es que no sólo hay que traumatizar al fumador, sino a todo su entorno. Seguro que los niños del fumador despistado, que olvidó sobre la mesita del salón una infamante cajetilla, van a tener unas pesadillas del copón a cuenta de la casquería ministerial. Pues que se jodan y que aprendan.
El mal gusto y la obscenidad, para el que los trabaja, qué puñeta.

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