domingo, 7 de octubre de 2012

LUIS




No pienso hacer una necrológica, ni una elegía para Luis Gómez Llorente. Más que nada, porque se hubiera descojonado de mi, de caer en esa fácil tentación.

Ya va a haber bastante de eso por todas partes y, en algunos casos, más bien vergonzante; porque maldito el caso que le hicieron a él muchos de estos panegiristas mientras vivió.

Tengo muchos recuerdos de Luis. Los más recientes son de manifestaciones del 1 de mayo y afines. Siempre me lo encontraba bastante solitario con una bandera de UGT al hombro. Hablábamos poco en esas ocasiones, creo que para no resultar repetitivos.

Hay algunos divertidos, como aquellos del 28 Congreso del PSOE. Pues sí: divertidos. Cuando los “disidentes” o “críticos” (aún no habíamos inventado Izquierda Socialista) nos juntamos en el “Mesón del Escudero” no teníamos ni idea de la fuerza que habíamos llegado a acumular. Nos reunimos allí porque caía cerca de la casa de Pablito Castellanos, que siempre ha sido bastante comodón. Ganamos la mesa del Congreso, comenzamos a liarla en la crítica a la gestión de González, acabamos armándola en la ponencia política. El caso es que González, que nunca brilló por su modestia, se enfadó y dio la espantá. Luego no sabíamos que hacer con un éxito con sabor a fracaso. Luis andaba por allí con un humor cambiante, como paco Bustelo y los demás. A la siguiente nos dieron de sopapos, como era de esperar.

Otro buen recuerdo corresponde al primer congreso tolerado de la FETE. Ahí estaba bastante optimista, como casi todos nosotros. En ese congreso hubo anécdotas inolvidables, como cuando nos juntamos algunos para reconstruir “La Internacional”, que casi se nos había olvidado.

Estuve rn casa de Luis algunas veces y nos hartábamos de café y de fumar. Aquella terrible pipa, en la que quemaba “Celtas” desarmados, los litros de café y las charlas. Era crítico, pero nunca le escuché un comentario ácido ni ofensivo, criticaba sin resentimiento, de forma racional. Me gustó mucho pasarle mi memoria de oposiciones, cuando se presentó a cátedras de instituto. Aún más disfruté corrigiendo el estilo de su “Historia del Movimiento Obrero”, que editó UGT y no creo que sea fácil de encontrar.

Algunas veces cenamos con Pablo Castellanos, Joaquín Navarro y las respectivas. Aquellas cenas no tenían desperdicio.

Hay más historias afines, pero no me vienen ahora a la memoria.

Estoy triste por la muerte de Luis, casi tan triste como por el panorama que hoy presenta nuestro antiguo Partido.

1 comentario:

Paco Piniella dijo...

Somo tantos compañeros y compañeras que firmaríamos este post de tu blog.
Salud