viernes, 12 de octubre de 2012

SENTIRSE ORGULLOSO






Se ve que es preciso sentirse orgulloso de ser algo o de alguna parte. Rajoy, por ejemplo, dice que es necesario que todo el mundo se sienta orgulloso de ser catalán y español. Otros dicen que de lo que hay que sentirse orgulloso es de ser español. Unos terceros parecen sentirse orgullosísimos de ser catalanes.

Conozco a personas que se sienten orgullosas de ser madridistas, como otros se ufanan de ser béticos.

Lo cierto es que ni el madridista ni el bético han marcado nunca un gol para sus respectivos equipos; como mucho, han ido al estadio provistos de bufandas, gorras banderas y otros fetiches. Muchos de ellos no se han contentado con vitorear a su equipo, sino que han denostado y vituperado al contrario hasta dejarse la garganta en la operación.

Se ve que estaban orgullosísimos de ser lo que sea.

Las remolachas y los tomates, sujetos más sensatos y hasta filosóficos, no se sienten orgullosos de haber nacido en Talavera o en Bormujos. Entre otras cosas, porque nadie les consultó sobre dónde desearían ser plantados.

Los propietarios del vegetal o del cochino pata negra sí que se envanecen de que su garbanzo sea de Fuentesauco, o de que su cerdito sea de Aracena. El garbanzo y el gorrino se muestran claramente escépticos sobre el particular.

Personalmente no me siento especialmente orgulloso de ser español, como tampoco me exaltaría ser filipino o nigeriano. Resulta que nací en España, meritorio hecho en el que no tuve arte ni parte. Igualmente pude haber nacido en Escocia o en Panamá, pero me tocó en España. Pues bueno, pues muy bien, no me parece mal.

Así que no acabo de entender esto del orgullo patrio. Como mucho, puede uno sentirse más o menos satisfecho con el país en el que le ha colocado el azar; sea porque le guste el clima, o porque disfrute mucho de la gastronomía local, o porque se entusiasme con las manifestaciones folclóricas de allí. Pero orgulloso, lo que se dice orgulloso, ¿por qué razón?

Lo que pasa es que a los correspondientes mandamases o caciques les vienen al pelo todas las efusiones sentimentales que favorezcan a sus propios intereses.

Colofón: Wert no es tonto, de tonto nada. Le ha venido de puta madre lanzar un exabrupto, que, como negra tinta de calamar, oculte sus verdaderos disparates. La oposición ha picado y, en lugar de lanzarse a su cuello por el adefesio educativo que se dispone a perpetrar, le recusan por lo de españolizar a los nois. Pues el ciudadano Más, idem de lienzo. Bon cop de tisores oculto bajo la senyera. De tontos, nada.

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