Prefiero hablar de “anatomía”, antes de que sea preciso
hacerlo de “autopsia”.
Y es que me parece una perfecta insensatez todo ese ruido
que se está formando en el PSOE, partido en el que milito, en torno a su
Secretario General, Pedro Sánchez, un ruido aparentemente orquestado por Susana
Díaz, pero ejecutado por instrumentistas de más brío que afinamiento. Entre
ellos José Luis Rodríguez Zapatero, Carme Chacón y Pepiño Blanco, aunque el
concertino, cómo no, parece llevarlo el inevitable González, nuestro locuaz
capitalista colombiano.
No hace falta ser politólogo para constatar que el
cuestionamiento público de un Secretario General elegido hace un año
aproximadamente no ayuda a fortalecer la imagen de ningún partido político.
¿Qué se pretende, entonces, con todo ese incienso que parece haber mareado a la
Presidenta andaluza? Supongo que alguien sabrá explicarlo.
En las elecciones primarias a la secretaría general no apoyé
a Pedro Sánchez, sino que intervine muy activamente a favor de la candidatura
de Pérez Tapias, y lo hice por muchísimas razones. En primer lugar, porque
representaba a Izquierda Socialista, corriente en cuya fundación tomé parte. En
segundo lugar, porque Pérez Tapias es un político fuera de lo común, alguien
fuera de la hierática y aburrida moda. No nos fue mal, pero lógicamente la
candidatura fue arrollada por la del hombre postulado por una mayoría que se
gestó precisamente en torno a Susana Díaz y otros agentes, precisamente los que
hoy parecen arremeter contra el electo.
Entiendo que, una vez resuelta la contienda electoral a
favor de Sánchez, en buenos usos democráticos lo que hay que hacer es acatar
los resultados y no dedicarse a levantar polvareda. Tanto en lo interno, porque
estoy muy harto de que se nos señale con el dedo cuando ejercemos el legítimo
derecho a la crítica en nombre de la “unidad” por quienes ahora deberían
aplicarse el cuento.
En clave externa, bastantes problemas tiene ya el PSOE en un
escenario electoral cada día más complicado (probablemente aún más, si se
produce el adelantamiento de los comicios en Andalucía), como para seguir
despistando a un potencial electorado renuente y confuso.
Vamos a suponer que la sensatez surja por alguna parte y que
los salvadores dejen de salvar de una vez por todas.
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