Pues sí, se pusieron
morados, vamos, que se pusieron las botas estos de “Podemos”. Abarrotaron la
Puerta del Sol y alrededores, como se habían propuesto, lo que parece haber
disgustado a no pocos, que deseaban que la manifestación fuera un fracaso.
Personalmente, me alegro
de que les salieran las cosas así de bien, aunque no participé ni hubiera
participado de pillarme a mano. Se trataba de una convocatoria de partido y yo
creo que la gente afiliada a otros partidos no pintaba nada ahí, y yo sigo
afiliado al PSOE por la parte de Izquierda Socialista.
Pero, repito: está muy
bien que haya una nueva formación política capaz de sacar a muchos ciudadanos
de la abulia reinante. Máxime si esa formación es de izquierda y Podemos lo es,
digan lo que digan ellos mismos.
No entiendo que haya gente
en el territorio genérico de la izquierda que se dedique a descalificar al
nuevo partido y que lo haga con un lenguaje deplorablemente elemental, incluso
burdo.
¿No sería mejor aprovechar
estos brotes de entusiasmo rebelde para revitalizar un poco a esta masa de
desilusionados fatalistas, que es hoy por hoy la ciudadanía española (y
europea, por cierto)?
Un buen toque de atención
para la izquierda llamada “tradicional”, que ha ido esclerotizándose, perdiendo
vitalidad, tras haber convertido en partidos de cuadros sus antiguas
organizaciones de masas, interviniendo incluso en el desmantelamiento de los
sindicatos de clase, y creo que sabemos de qué hablo.
Pues sí, se pusieron
morados. Dicen los expertos en la materia que el morado surge de la combinación
de la energía del rojo y la estabilidad del azul.
Connota realeza, poder, lujo, ambición. Se asocia también con nobleza,
sabiduría, creatividad, extravagancia, magia y espiritualidad.
Bueno, no creo yo que sea
para tanto y, en lo que a mi respecta, sigo prefiriendo el rojo, el rojo sin
desteñir. Como prefiero los yunques y los libros, incluso los puños,antes que los capullitos
sonrosados. Ya dicen que para gustos están los colores.
En otros artículos de este
blog ya he hablado de las carencias que encuentro en el partido de Iglesias y
de mi viejo amigo Monedero, así que prescindiré aquí de repetirlas.
Sólo una cosa: es una
estupidez tachar de “casta” sin matices a la gente del PSOE y de IU, porque en
el seno de estas organizaciones hay todavía un montón de personas dignísimas
con profunda vocación reformista y revolucionaria, recordando la expresión de
Rosa Luxemburgo. ¿Quién se acuerda de ella?
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