Por lo que veo en la prensa (todavía leo algo de prensa),
hay numerosos pedagogos y expertos en general que proponen instaurar la
enseñanza del ajedrez en colegios e institutos.
No me parece mal, aunque reconozco, entre mis numerosas
carencias, que nunca me ha interesado en exceso este prestigioso y antiguo
juego. Supongo que los numerosos entusiastas del ajedrez apoyarán con gusto tal
propuesta.
Sin embargo, no deja de llamarme la atención que esto se
plantee después de haber liquidado la enseñanza de las lenguas clásicas y
prácticamente laminado la formación artística, la música, en particular.
El atropello ha venido de mano del lamentable Ministro Wert,
quien no sé qué opinará del asunto ajedrez. Y tampoco me importa demasiado.
Supongo que la iniciativa parte de la idea de que el ajedrez
agiliza la mente y adiestra a los jóvenes en la resolución de problemas
complejos. No lo voy a discutir, pero: ¿es que la práctica y manejo del Latín
no lo hace también? Por añadidura, esta antigua lengua (nunca muerta) nos
enlaza con las raíces culturales de España y de Europa. ¿No es verdad que la
música, emparentada históricamente con la matemática, fomenta parecidos valores
y, por añadidura, promueve la sensibilidad artística y la creatividad?
Con todos los respetos debidos, esto del ajedrez me parece
el chocolate del loro.
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