domingo, 14 de enero de 2007


Corrupio Farfullante, llamado por sus contemporáneos “El Mandao” se vio obligado en cierta comprometida ocasión a negociar con los caudillos de la horda sobre su participación en una gran batalla contra el infiel.
Corrupio, hombre de principios, preguntó en primer lugar qué lemas y motes habían de lucir las banderas y estandartes de la gran coalición. Sabido es que el triunfo o la derrota en una de estas memorables ocasiones depende en gran medida de las oriflamas y pendones, así como del buen aseo y correcta uniformidad de la tropa.
- Pues creo que pondremos “Por la libertad”, o algo por el estilo.
- ¡No es suficiente: vinculo mi participación en la batalla a que en el pendón más señero ponga también “por la justicia”, porque, si hay libertad pero no hay justicia, todo será un gran despelote.
- Bueno, pues pondremos “por la libertad y la justicia”, total...
- ¡Ah, malandrines! ¿Y qué de “la prosperidad”? Es que si la gente es libre y justa, pero no próspera, buena burra hemos comprado.
- Claro, claro, claro: “por la libertad, la justicia y la prosperidad”. Hecho; pero, ¿vienes o no vienes?
- Ardo en deseos de ir, como es patente; pero me parece que sería imprescindible añadir “alegría y buen humor”. Eso deja perfectamente claro que somos personas campechanas y bonancibles. En caso contrario daríamos una sensación de severidad muy molesta.
- En fin: “por la libertad, la justicia y la prosperidad con alegría y buen humor”. ¿No queda algo raro? Es que se trata de una batalla presumiblemente encarnizada y...
- Nada de peros. Estoy como loco por lanzarme contra el infiel a la cabeza de mis escuadrones, y sin embargo, creo que falta algo, vamos, un no sé qué.
- Nos estás hinchando un poco las narices ya, ¿eh? Venga, pía de una vez.
- Pues yo, la verdad, no me animo, si no pone algo relativo a nuestras acendradas creencias, por ejemplo “y al que no crea en los dioses que le den por saco”.
- Pues eso, más que un estandarte, va a parecer una sábana, pero bueno, pondremos: “Por la libertad, la justicia y la prosperidad con alegría y buen humor, y al que no crea en los dioses que le den por saco”. Vaya pasada.

El sagaz Corrupio Farfullante profirió entonces un gran suspiro y exclamó con lágrimas en los ojos:
- ¿Así que siempre arrimando el ascua a vuestra sardina, eh, grandísimos canallas? Pues no iré, y os chinchais, indignos mequetrefes, tramposos.

Y es que “El Mandao” era muy suyo y tampoco le gustaba juntarse con malas compañías, porque así se lo había dicho siempre su papá.

Fe de erratas: en este artículo se ha colado una foto que debe de ser de otro. Ustedes perdonen.

1 comentario:

malafama dijo...

menudos ojitos pone el señor, o propietario, del malandrín en cuestión. Un saludo y ánimo en la diga labor de escribir al vacío.