
El libro La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo fue escrito por Lenin en abril de 1920. En sus páginas se pueden leer afirmaciones así de categóricas:
¡Salir de los sindicatos! ¡Renunciar al trabajo en ellos!, ¡Crear formas de organización obreras nuevas inventadas! Una estupidez tan imperdonable, que equivale al mejor servicio que los comunistas pueden prestar a la burguesía.
Hoy, 17 de marzo de 2007, nos encontramos con que la manifestación contra la guerra de Irak y también por el cierre de la siniestra prisión ilegal de Guantánamo va a tener una contra-manifestación organizada por evidentes “izquierdistas” o “contra-requete-izquierdistas”, que no se conforman con el lema de la convocatoria y, por añadidura, la motejan de “electoralista”.
Seguramente en ese apelativo van a coincidir con lo que digan el PP y su mariachi.
De este modo las palabras de Lenin habrán alcanzado un valor profético. No escarmentamos ni a la de tres.
El izquierdismo, en el peor sentido de la expresión suele caracterizarse por un ombliguismo purista de tufo inconfundible. Y también suele servir como elemento de distracción para la derecha, que en más de una ocasión ha alentado y hasta financiado movimientos de esa índole.
En las filas de los izquierdistas paralelos hay, sin embargo, personas a las que aprecio y respeto. Me gustaría que se tomasen un momento para reflexionar sobre las raíces y consecuencias de la posición a la que se han sumado.
Respecto a si la manifestación es o no es electoralista, me arriesgaré a decir que no me parecería mal, si lo fuera. Una buena reacción del electorado de izquierdas en las autonómicas y municipales de mayo se me antoja imprescindible.
¿O es que vamos a consentir que la opción de extrema derecha, que cada vez con más claridad encarna el PP, siga gobernando municipios y comunidades?
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