miércoles, 24 de octubre de 2007

MI PRIMO EL ENTERAO



En la zozobra que me ha creado la discusión en torno al cambio climático, he recurrido a un primo mío que sabe de estas cosas y de muchas otras y me ha dicho, tras consultar con sabios rigurosamente extranjeros, que no me preocupe, que el cambio ése sólo consiste en que:

- Por estas fechas hay que cambiar la ropa de los armarios, porque ya va viniendo el fresquete. ¿Costes efectivos? Pues la monserga de subir al altillo y bajar los baúles, con posibles efectos de lumbago.
- En cambio, en verano es conveniente ponerse ropa más ligera, con el probable efecto de desasosiego emocional, a consecuencia del relativo destape por parte de señoras y señoritas.
- Cuando llueve hay que llevarse el paraguas, que inevitablemente olvidaremos en un taxi o en el bar. Consecuencia indeseable: comprar otro paraguas en la boca del metro, lo que provocará una acumulación innecesaria de estos objetos, ordinariamente inservibles.
- El desconcierto que siembra entre la población culta y refinada el hecho de que las casas de modas presenten sus colecciones de verano en invierno y viceversa. ¡Menudo lío!

Total, que siempre interesa tener a alguien en la familia que sea experto en multitud de disciplinas, tales como la filatelia, la moral, la cría de ganado lanar y, claro está, la meteorología.

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