miércoles, 14 de noviembre de 2007
EL GUATEQUE
Dice el concejal Cobo que ningún edil, alto cargo, paniaguado digital ni asesor de a seis mil euros mensuales tenía la más pajolera idea de lo que estaba pasando en el Ayuntamiento de Madrid con esto de las comisioncillas por agilizar trámite. ¡Caramba, que no eran astillas, sino troncos o vigas!
Había unos funcionarios, colegas, parientes y bienhechores que se lo estaban llevando crudo desde hacía más que meses y sus superiores no se coscaban. ¡Vaya por Dios!
Cualquiera que haya intentado la apertura de un local en la Villa del Oso y el Madroño ha sufrido en sus carnes la implacable demanda de requisitos mil para echar a andar el invento, demanda que se traducía inexorablemente en unos costes descomunales:
- Veamos, bienaventurado: ¿cuentas con retrete para perros caniches?
- Di, angelito, di: ¿cómo andamos de evacuación vía aérea para casos de bombardeo talibán?
- A ver, rey mío: ¿la pendiente de escenario se corresponde al azimut mesmeriano elevado a pi por ene?
- ¡Ay, ay, ay, monín! ¿Y la ventilación asistida para vicetiples afónicas? ¿A que en eso no habías caído, chato?
Claro que, una vez enjugadas las lágrimas pertinentes, el técnico de marras te informaba de que todas esas carencias se podían solventar mediante contrato con una empresa competentísima que él mismo te podía recomendar, por ejemplo. En el caso que menciono (le pasó a un amigo mío, como se suele decir) el afligido empresario decidió tirar la toalla, antes que pasar por las “arcas” (que no “horcas” caudinas). Y mira que podía haber sido un teatrillo bien majo, ahí mismo, en el barrio de Tetuán.
Desde luego los altos cargos no sabían nada de nada, secundum Cobo. Y hago constar que yo me lo creo a pies juntillas. Lo digo y lo repito.
Y no es broma, porque los señores Concejales del Ayuntamiento de Madrid, hoy Delegados, con sus numerosos adláteres y vicarios, viven en la convicción de que son políticos de altos vuelos y no se desplazan a visitar un urinario público si no es en coche oficial y con un séquito de tropecientasmil personas.
Se supone que el poder municipal hubiera de caracterizarse por la proximidad a la realidad más inmediata, habría de ser el más próximo al ciudadano y digo que también un fiel custodio de la administración que le fue encomendada. Pero nada de eso sucede. Todos están inmersos en la alta política y rara vez pisan terrenos viles y vulgares, como averiguar a qué se dedican los funcionarios y cómo rulan sus servicios municipales.
Así que pasa lo que pasa y sucede lo que sucede. Desde luego que estaban en las nubes, vaya que sí.
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