miércoles, 7 de noviembre de 2007

¿A QUIÉN PUEDO INJURIAR?


Me consta de modo fehaciente que no puedo quemar fotos del Rey, cosa que no me inquieta, porque me parece una idiotez y una pérdida de tiempo. Es aún más tonto que aquello de la farsa de Ávila, cuando una serie de nobles cabreados patearon una efigie de Enrique IV; ya que al menos esa acción sí arrojó, aunque efímeros, algunos frutos políticos. Pero lo cierto es que, si a uno le da por quemar fotos (¿Valen las caricaturas?) de Juan Carlos I, se la puede buscar bien gorda; como si cae en el error de hacer unos monigotes que representen una pareja real copulando, ya que los polvos borbónicos son una cosa muy seria y no se puede andar de coña con ellos.
Mi escasa, por no decir nula, formación jurídica me impide conocer el fundamento legal de tales interdicciones, pero me consta que no puede uno injuriar a la familia real.
Entonces: ¿a quién se puede injuriar sin miedo a represalias?
Personalmente no me siento tentado a injuriar a casi nadie, exceptuados los vecinos que tienen mi barrio hecho un asquito, o los bancos que te cobran hasta por cruzar los sagrados umbrales de sus establecimientos, o gente de esa laya y jaez.
Sin embargo parece que en nuestros medios de comunicación sí que hay individuos que pueden mesarle las barbas al más pintado y pueden hacerlo en la más absoluta impunidad. Y no sólo injurian, sino que difaman y calumnian a boca llena y aquí no ha pasado nada. No entiendo cómo estos sujetos no tienen los juzgados para su uso casi exclusivo, por qué las personas públicas agredidas sin contemplaciones por los malévolos sujetos no proceden legalmente contra ellos. Tal vez hay un excesivo respeto por una mal entendida libertad de expresión, tal vez una desconfianza en nuestra maquinaria judicial... Siempre anda por medio el miedo a politizar la justicia, como si la justicia no estuviera ya de por sí suficientemente politizada; o, si no véase el caso del Consejo del Poder Judicial. A estas alturas no creo que mucha gente diera un euro por el espíritu de Montesquieu q.e.p.d.
Agradeceré a cualquier jurisperito que, fortuitamente, cayere por este blog, que me aclare sobre qué personas públicas o privadas es posible arrojar infundios, dicterios o calumnias sin riesgo alguno. A lo mejor me animo.

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