domingo, 27 de enero de 2008

CULO AL PÚBLICO



La diosa Juno comentaba en su blog de ayer que había asistido a una performancia de ésas, en las que algunas damas y caballeros se ponen en pelota y hacen cochinadas “sub specie artis”.
Lo de asociar el desnudo con el espectáculo teatral tiene su miga. De hecho hubo una temporada, que no se ha extinguido del todo, en la que, si una función no sacaba a ningún actor in puribus, parecía como si a aquello le faltase algo.
Incluso se da el caso de que algunas escuelas de actores exijan el empelote como “conditio sine qua non”. Hace poco una amiga me aseguraba que en una escuela oficialísima en la que ella estudió, incluso existía una asignatura denominada “Desnudo”. Claro que esa amiga mía es muy guapa, pero no siempre suena a verosímil lo que dice, cosa que, por otra parte, le añade algún encanto, seamos sinceros.
El gran Tulio Osvaldo Scioppero, de cuya valiosa doctrina dramática ya nos hemos ocupado aquí, cuenta que el maestro Szopenko no solía pedir a sus alumnos que se quitasen la ropa en su famosa escuela de Krasnoyarsk, decisión que hubo de adoptar, muy a pesar suyo, tras el quinto o sexto caso de congelación integral. Las temperaturas oscilantes entre los diez y los cuarenta grados bajo cero no se combatían así como así por medio de una estufa de carbón dotada cicateramente de combustible por las autoridades soviéticas de la localidad.
Sin embargo, habiendo concurrido maestro y discípulo a un congreso de nuevas tendencias escénicas en Lalín (Pontevedra), celebró con entusiasmo Szopenko un novedoso happening, en el que actores turdetanos de ambos sexos mostraban generosamente su anatomía al respetable.
Perplejo el entonces joven e ingenuo aprendiz ante el excesivo fervor que su maestro manifestara, inquirió:
- ¡Ché, flaco, decí! (traduzco libremente del Ruso) ¿A qué tanta alharaca? ¿Andás de joda? Y eso, ¿Para qué sirve?
- Para nada, batiuschka, para nada. ¿Pero a que la chica bajita estaba riquísima?
A la probada capacidad de reflexión de mis hipotéticos lectores dejo la ardua tarea de interpretar el profundo sentido de las enigmáticas palabras de Timofey Timofeyevich Szopenko.
Como observación personal al margen, me pregunto yo cómo se las arreglarían Shakespeare, Calderón y Molière para hacer un teatro medianamente aceptable sin sacar un solo personaje en pelota; y también cómo actores de aquella época primitiva podían interpretar medianamente sus papeles sin haber pasado en su aprendizaje por un proceso de deshabillé tan catártico, como formativo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah... ¿pero los desnudos no eran para hacer taquilla?

Asinus dijo...

depende. Algunos son para hacer pajilla, pero no todos.

Anónimo dijo...

Jajajajaja... Bueno, hombre, pajilla unos, taquilla otros... Es la maldita sociedad de consumo;)