miércoles, 16 de enero de 2008

LA POLÍTICA DEL OMBLIGO



Que los intereses de los partidos políticos no siempre coinciden con los intereses de los ciudadanos es cosa bastante sabida. La fascinación del poder en sí puede emborronar de vez en cuando los objetivos y el origen de ese poder, que son, supuesta y respectivamente, el bienestar público y el propio pueblo.
Lo curioso y sorprendente surge cuando las actuaciones de un partido político ni siquiera coinciden con los intereses del propio partido.
Cuenta la prensa que Esperanza Aguirre y su gente se han salido con la suya, puesto que Mariano Rajoy ha decidido prescindir del Alcalde de Madrid en las listas al Congreso de los Diputados. Ya en el ámbito de los rumores, se dice que Alberto Ruiz Gallardón ha encajado mal el golpe y anuncia su retirada de la política.
No soy votante del Partido Popular, de modo que ni lo celebro, ni lo lamento. Sin embargo, me parece que la noticia revela que el ala derecha de ese partido no ha valorado tanto un hipotético triunfo electoral, como una riña de orden interno, que, por añadidura, presenta claros tintes de enganchón personal entre doña Esperanza y don Alberto.
Cualquier ciudadano mediana o incluso escasamente informado sabe o intuye que Ruiz Gallardón es una saneadísima fuente de votos para el PP, y también que el sector más “centrista” de votantes, precisamente el que está en litigio, apostaría antes por él, que por el propio Rajoy. Sin embargo ha prevalecido el criterio doméstico, con unas consecuencias impredecibles, ya que en esto de las elecciones cabe todo tipo de sorpresas.
Una consecuencia de la eventual retirada política del perdedor en la contienda puede ser el ascenso a la Alcaldía de Madrid nada menos que de doña Ana Botella, señora de Aznar. Me pregunto: ¿es que si esta señora hubiese encabezado la candidatura del PP para las Elecciones Municipales, habría obtenido este partido la holgada ventaja que obtuvo? Pues, con todo respeto, me parece que no, así que extrayendo conclusiones.
Pueden replicarme que el éxito de Gallardón es una mera cuestión de imagen; pero, en las actuales modas de la política, ¿qué no es tal, o casi?
Lo que sí estaría dispuesto a admitir es que en todas partes cuecen habas, ya que en determinadas federaciones o agrupaciones del PSOE se ha jugado al mismo o parecido juego. No me consuela lo más mínimo. Tampoco que en Izquierda Unida se dieran casos semejantes me tranquilizaría; por referirme sólo a partidos de ámbito estatal.
Creo que la llamada “partitocracia” está generando un deterioro, que alguien tendría que frenar, de la política en su más noble acepción.

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