sábado, 2 de febrero de 2008

DEFENSORES DE LA VIDA



La reciente sentencia del Tribunal Supremo de Madrid, que deja perfectamente sentada la regularidad de las sedaciones de enfermos terminales practicadas en el Hospital Severo Ochoa, a uno se le ocurren varias reflexiones.
Desde luego, a estos católicos tan católicos, no hay quien les entienda. Digo yo que, si un ciudadano se muere rabiando y pataleando, normalmente tendrá que ir, como mínimo, al purgatorio; si no es que se va de patitas al infierno, por falta de conformidad y hasta puede que por blasfemia. En cambio, si logra una muerte plácida y sin dolor, es más fácil que alcance la buenaventura y su alma salga embalada y con turbo hacia el paraíso de los justos. Pues, no, señor, parece ser que dejar a la gente morirse en paz no es lo canónico, que hay que permitir que las pasen moradas antes de partir rumbo al Valle de Josafat. Paradojas.
Los acérrimos defensores de la vida también la tienen tomada contra el aborto y alguna hasta llega a afirmar que un feto es un niño y que, si tiene siete meses de gestación, es un niño de siete meses. O sea, que el día del cumpleaños de todos ustedes tienen que movérmelo de fecha y fijarlo, por lo menos, en los remotos días en que vuesasmercedes eran un trofoblasto, o un simple espermatozoide, cualquiera sabe. Estas piadosas personas prefieren que a la gente se la liquide cuando ya es mayorcita, por ejemplo en la guerra de Irak y conflictos similares, que han apoyado con entusiasmo militante. O que los nenes casquen de desnutrición en lugares como Gaza, bajo el patrocinio del estado democrático de Israel.
Y yo no quisiera ponerme revanchista, pero en el caso del doctor Montes y su equipo, será preciso que la Justicia actúe contra los difamadores y prevaricadores, que han quedado ahora con el culo al aire y encima se niegan a rectificar públicamente. No se puede andar por ahí tratando de asesinos a unos profesionales ejemplares, cargarse su carrera profesional e irse de rositas.
Apostilla: digo, como el amigo Luis Solana en su blog: a mi que me trate el doctor Montes, cuando llegue el momento.

2 comentarios:

Dubitador dijo...

Por completo de acuerdo con vuestro articulo y el aludido de Luis Solana Madariaga, ex presidente de Telefonica y hermano del no menos inclito Javier Solana actual 11º Secretario General de la OTAN y ex-multiministro en varios gabinetes de la era Gonzalez.

El sectarismo es inmoralidad que no distingue entre izquierdas ni derechas, asi que valga traer a colacion una perla de sabiduria de Aldous Huxley librada en Los demonios de Loudun:

La lealtad partidaria es socialmente desastrosa, pero para los individuos puede ser altamente compensadora, más aprovecha­ble, en muchos casos, que la concupiscencia y la avaricia, puesto que los lujuriosos y los avaros difícilmente se enorgullecen del ejercicio de sus actividades. Pero la condición de partidario o correligioso constituye una pasión muy compleja que permite a quienes la ejercen desenvolverse con satisfacción en sus diversos mundos. Puesto que la actividad que realizan la ejercen en nombre de un grupo, que es, por definición, bueno e inclusive sagra­do, pueden admirarse a sí mismos y aborrecer a sus vecinos, pueden ambicionar el poder y el dinero, pueden gozar de los placeres de la agresión y de la crueldad, no sólo sin sentimiento de culpa, sino con un rasgo positivo de virtud consciente. La lealtad a su grupo convierte esos vicios placenteros en actos de heroísmo. Los partidarios se ven a sí mismos como al­truistas e idealistas, nunca como pecadores o criminales. Y con ciertas salvedades, lo cierto es que sí lo son. El único problema consiste en que su altruismo es, simplemente, egolatría, y su ideal, por el cual se hallan dispuestos a entregar la vida, no es otra cosa que la racionalización de los intereses corporativos y de las pasiones de facción.

Anónimo dijo...

Una vez más confundiendo el tocino con la velocidad, y venga demagogia y manipulación. ¡A dónde hemos llegado! Qué país...

P.D. Usted pinta funcionario. ¿Me equivoco?