jueves, 7 de febrero de 2008
TODOS LOS NEGRITOS BUENOS
Gracias al inefable Antonio Machín sabemos que “también van al Cielo todos los negritos buenos”. Pero, ¡ojo! Sólo los buenos, que los malos van al Infierno, o a dondequiera que les conduzcan los malignos genios de sus falsas creencias. Pues lo mismo con todos los indiecitos, moritos, eslavitos y otras variedades de inmigrantes, para que quede bien claro.
Ahí ha estado muy piñata bwana Mariano Rajoy, que quiere hacerles firmar un contrato en toda regla, en el que manifiesten sin rodeos que piensan portarse como auténticos San Martín de Porres durante su permanencia en esta Patria, que generosamente les acogerá, siempre que no den en cometer barrabasadas.
Por añadidura, habrán de adaptarse a nuestras costumbres, que son las más finas y saludables del Universo Mundo. Por ejemplo:
- Dormirán la siesta, les siente bien o mal para la digestión.
- Cobrarán una enorme afición por el fútbol y, a ser posible, se harán socios de algún club.
- Aprenderán a decir palabrotas, cuyo uso prodigarán en especial al volante.
- Hablarán a berrido limpio.
- Arrojarán todo género de desperdicios sobre el suelo de los bares a la hora del aperitivo.
- No harán maldito el caso de las limitaciones de velocidad en carreteras y autopistas.
Y así sucesivamente.
También quiere bwana Mariano que se comprometan a aprender a hablar en correcto castellano, lo que es muy razonable, y les resultará sumamente fácil con la simple contemplación de nuestros programas televisivos, como “Gran Hermano”, por ejemplo; ya que el exquisito cuidado en el empleo de la Lengua Castellana es prenda que adorna a todas nuestras cadenas públicas y privadas. Claro, que si pretenden avanzar un paso más en el uso de la Lengua de Cervantes, se les recomendará escuchar en la COPE a sidi Federico Jiménez Los Santos, cuyo fluido verbo les ilustrará en particular sobre el uso del epíteto.
Y, como todo se puede mejorar, sahib Arias Cañete se queja de que los camareros inmigrantes de hoy en día no sepan retener un pedido de callos a la madrileña, gallinejas, asadurilla, boquerones en vinagre, soldaditos de Pavía, panceta a la plancha, riñones al jerez y albóndigas en salsa de tomate. ¿Es que en su pueblo sólo saben comer mandioca y ñame? ¡Qué falta de criterio gastronómico, con lo ricas que están las cigalas a la plancha! ¡Qué mal gusto!
Queremos inmigrantes, sí, pero inmigrantes limpitos y modosos, y no gentuza que muerde la mano que le alarga el pan. Aquí todo el mundo a celebrar la Navidad en familia con turrón y cava, y, si no, a su pueblo, qué puñeta.
Ya puestos a valorar la propuesta pepera en términos electorales, la cosa parece bastante clara: a la caza del voto más reaccionario, ya que la búsqueda de sufragios por el centro, tras la ejecución sumaria de Gallardón y la manita que nos ha echado la Conferencia Episcopal, parece cuestión harto peliaguda. El argumento de la inmigración en términos defensivos y temerosos es discurso habitual en las derechas más derechosas de la Europa, y por ahí parece que van los tiros.
Pues nada, que no decaiga la fiesta.
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