viernes, 8 de febrero de 2008

UN GUIÑO DE RAJOY



La gente se ha echado las manos a la cabeza porque Mariano Rajoy ha prometido que, si gana las elecciones, plantará la friolera de quinientos millones de árboles a lo largo de su mandato.
Cierto que, al paso que va en las encuestas, también podía haber prometido que todos los españoles tendríamos hada madrina y que de todas las fuentes públicas manaría Rioja reserva de las cosechas más afamadas. Pero, bueno, ya sabemos que esto de las encuestas falla más que las escopetillas de la feria, así que puede suceder cualquier cosa.
Una cosa que sí me ha puesto la mosca detrás de la oreja es que los árboles no se iban a plantar solos, así que alguien tendría que hacerlo, y supongo que, con el ritmazo de plantación que habrá que desarrollar, a cada uno de nosotros nos iba a tocar plantar unos cuantos, y eso da trabajo. Pues maldita la gracia que tiene, porque a mi la jardinería se me da fatal y, por añadidura, aborrezco tirar de azada. No me acaba de convencer.
Un tanto perplejo se ha quedado el personal ante la propuesta de forestación masiva del territorio nacional, que por lo visto tendría que extenderse a espacios tales como el ruedo de Las Ventas, el hemiciclo del Congreso de los Diputados y el Palau de la Música en su integridad.
Pero para deshacer perplejidades públicas estamos los politólogos, que tenemos más pesquis y estamos habituados a descifrar las intenciones ocultas de nuestros políticos más oscuros y numinosos.
Lo que pretende Mariano Rajoy, desde nuestra aguda percepción de politólogos, es ganar algo de voto en el País Vasco, territorio en el que sus actuales perspectivas electorales son más bien pobres.
¿Que si nos hemos vuelto locos los politólogos, o que si los politólogos bebemos? Pues, no, señor. A ver:
¿Cuál es uno de los deportes nacionales euskaldunes más prestigiosos? ¿Qué deportistas vascos gozan de mayor prestigio, particularmente entre el más rancio nacionalismo sabiniano?... ¡Los aizkolaris, hombre, los aizkolariak! ¿O qué?
Pues entonces, la cosa está bien clara. Si se planta todo ese mogollón de árboles, los fornidos cortadores de troncos dispondrán de mucho, muchísimo material para el ejercicio de un deporte de tanta raigambre.
La oferta, en realidad, es un guiño a los electores vascos, que, de esta manera, verán disipadas las sombras de centralismo que pesan sobre el PP.
Hay que hilar fino, muy fino en el desciframiento de los mensajes electorales, no se puede andar por ahí interpretando a trompa talego, como esos que, pasándose de listillos, confunden a Doña Cuaresma con Esperanza Aguirre. ¡Qué barbaridad!

1 comentario:

Persefone dijo...

Hola "Sr. De Oro" ¿sería posible que pusiera la opción "enviar este post a un amig@"? Muchas gracias por su ameno blog.