jueves, 27 de noviembre de 2008

NO HAY COLOR





¿O es que yo estoy burriciego?
Esto de la iconografía sacra parece que está levantando ampollas por ahí. La clerigalla y, en general, la catolicidad fundamentalista, se ha puesto a parir panteras a cuenta de una sentencia vallisoletana que rezuma sentido común y coherencia jurídica: en un país aconfesional no tiene sentido que un símbolo cristiano presida las aulas escolares. Por añadidura, resulta que en ese país hay cada vez más personas afectas a otras religiones y, desde luego, infinidad de individuos que no son católicos, cual es mi caso.
Pero estos santos varones se rasgan las vestiduras (otrora talares) y ya me los veo organizando actos de desagravio, que es como ellos llaman a las manifestaciones orientadas a agraviar a los que no pertenecen a su manso rebaño, o, simplemente, les llevan la contraria en cualquiera de sus peregrinas opiniones.
El crucifijo, si bien se mira, es, por añadidura, un icono francamente macabro. Los que, por generación o tradición cultural, ya tenemos hecho el cuerpo no nos horrorizamos demasiado ante semejante visión; pero imaginen un niñito chino o marroquí puesto ante la imagen de un hombre ensangrentado clavado en un madero... Seguro que tiene pesadillas. Como si pusieran a cualquier chaval ante la imagen de un ahorcado detallistamente ejecutada. ¡Qué horror!
Por lo menos, cuestión de estética. Miren, si no, las dos imágenes que presiden este modesto artículo. A ver: ¿con cuál nos quedamos? ¿Marilyn o Maravillas, Maravillas o Marilyn? Apuesten sin miedo, niñas y niños.

1 comentario:

no me persigas dijo...

y el rey, con el miedo que da el rey, por muy campechano que sea