jueves, 27 de noviembre de 2008
SIENTA UN BANQUERO A TU MESA
Buenas. Como decíamos ayer…
No, yo no he estado en el trullo, como el pobre Fray Luis. Y mucho menos por ponerme a traducir la Biblia, que es un libro terrorífico, la verdad. Sólo me he condenado al auto – ostracismo una temporadita. Más que nada, porque no se me ocurría qué escribir. La abrumadora sapiencia de los tertulianos y especies afines te deja prácticamente sin opinión, que de opinar ya se ocupan ellos.
Durante estos meses he procurado portarme bien. Por ejemplo, no he deseado que a Federico Jiménez Los Santos se lo comiera un tiburón, ni que a Esperanza Aguirre le salieran escamas de saurio y tuviera que ser realojada en el zoo de la Casa de Campo. Nada de eso.
Creo que la atenta observación de seres piadosos, espejos de la auténtica caridad cristiana, como Monseñor Rouco Varela, nos aleja de tentaciones impuras y malos deseos para el prójimo, por muy desagradable y mamón que éste fuere. Por eso me he portado tan bien, un auténtico querubín.
Pues, hablando de caridad, hay que ir pensando, queridos niños, en qué buenas y nobles acciones perpetraremos en las ya próximas Navidades. Estoy seguro de que la mayoría de vosotros, desdichados, sólo estáis maquinando cómo escaquearos de las bonitas reuniones familiares propias de estas fechas tan entrañables. Mal, muy mal.
Muy mal, porque lo que tenemos que hacer es acordarnos de los más desfavorecidos para llenar nuestros corazones de paz y beatitud. Esta expresión: “los más desfavorecidos”, no se refiere a los más feos y desaliñados, aunque así parezca a primera vista. Mi tía Vicenta, que era una santa, solía referirse a jovencitas buenas, pero feúchas, de esta guisa: “la pobrecilla no es muy favorecida”, y eso quería decir que la chiquilla en cuestión era más fea que Picio.
Hoy en día, el lenguaje políticamente correcto impide hablar de “pobres”, “indigentes”, “mendigos”, o individuos inexistentes por el estilo. Hablamos de “más desfavorecidos” y santas pascuas.
¿Y quiénes son a la sazón los integrantes de este colectivo de parias de mierda, de los que será preciso ocuparse en las fechas navideñas del 2008 – 9? ¿Hacia qué desfavorecido grupo humano tienden sus miradas misericordiosas los próceres de la política y las finanzas, con el objeto de aliviar un alguito su laceria y menesterosidad? Pues, hombre, a los banqueros. También a los empresarios de la construcción y a los fabricantes de automóviles; pero, sobre todo, a los banqueros. Las autoridades del mundo global, conmiseradas ante el infortunio de los otrora gorditos y exitosos, mas hoy desfavorecidos, capos de las finanzas, acuden en tropel en su auxilio.
¿Vas a ser tú menos? ¡Sienta un banquero a tu mesa en la Navidad! Ya verás lo contento que se pondrá el Niño Jesús.
Claro que, si lo haces, allá tú, porque estas criaturitas tienen un morro la mar de fino y no se conformarán con el pavo congelado del Carrefour. Por añadidura, tienen por mala costumbre limpiar su plato en un santiamén y, acto seguido, lanzarse sobre los platos de los demás, sin respetar canas ni infancia. ¡Zampones!
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