lunes, 2 de febrero de 2009

LA DANZA DE LA LLUVIA



Está haciendo un tiempo bastante malo, un tiempo de todos los demonios. Años ha que en Madrid no veíamos nevar de esta manera y eso emociona muchísimo a los más ancianos del lugar, que ya tienen tertulia para rato a cuenta de las nevadas.
Ayer mismo, cuando volvíamos de pasar frío en el pueblo, en lugar de pasarlo en Madrid, que tiene menos encanto porque no es rural, ni hay ovejas, burros y demás, pillamos una nevada acompañada de ventisca de las de no te menees.
Mi señora y yo no caímos entonces en la cuenta de que era preciso echarle la culpa a alguien. La verdad es que no se nos ocurrió. Si acaso a nosotros mismos por no haberle hecho caso a la Agencia Estatal de Meteorología, que ya había avisado de que no iba a lucir un sol radiante en las fechas próximas.
Finalmente llegamos ilesos y sin atascos, lo que celebré con una cervecita, mientras presenciaba un nueva y estúpida derrota del Estudiantes. Por cierto: ya me he hecho accionista del club, mediante el abono de la suculenta cantidad de 60 €. Ahora podré cabrearme más a mi sabor.
Pero, a lo que iba: menos mal que hay gente que sí sabe encontrar culpables de las inclemencias climatológicas. Sin ir más lejos, un taxista que me trajo a casa el otro día. Ese hombre tenía perfectamente claro, gracias a la COPE, que el delincuente causante de esas perturbaciones es el Gobierno. Claro que la prensa autorizada diverge en ese punto, y atribuye el enmierde meteórico, ora al mismo Gobierno, ora al de la Comunidad de Madrid, ora al Ayuntamiento… El caso es que por ahí anda un cabronazo empeñado en que se cierren los puertos de montaña, que se bloqueen rutas de la red principal y de la secundaria y de que las ancianitas patinen y se machaquen el fémur.
Un sujeto malévolo de no se sabe qué Administración se dedica a ejecutar la danza de la lluvia, o a invocar a espíritus hiperbóreos disparando sus runas a mala leche. Y nosotros en babia.
Eso es sólo probable. Lo que sí parece seguro es que hay bastantes políticos y medios de comunicación que carecen por completo de sentido del ridículo. “Piove, porco governo”. La polémica es realmente de chiste, digo yo.

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