martes, 21 de julio de 2009

DE ANCHOAS Y DE TRAJES



¿En qué se diferencia un traje de una anchoa? Toda una aporía, a decir verdad. Tal vez he tardado tanto en alimentar este blog, porque me hallaba sumido en hondas cavilaciones en torno a cuestión así de grave.
También es verdad que he estado ocupadísimo mirando con lupa a una legión de aspirantes a actor, pero ésta excusa no me parece lo bastante seria como para llevar tanto tiempo sin decir esta boca es mía. En cambio, lo del traje y la anchoa sí que tiene miga.
Está claro que a nadie se le ocurriría prepararse una ensalada de traje y bogavante; en tanto que la ensalada de anchoas y bogavante, con sus berros y su chorrito de vinagre de Módena, es algo muy bien pensado. Del mismo modo no creo que ningún humano consecuente fuera aventurarse por la calle vestido con una anchoa por toda indumentaria.
Así que, a primera vista, una anchoa y un traje no se parecen en nada, desde un punto de vista funcional.
Por otra parte, un tarro mediano de anchoas de Santoña viene a costar unos 14€; en tanto que un traje de Verino de segunda mano, no baja de 400€. Sea como fuere, gastarse 12.000€ en trajes parece viable, aunque no al alcance de cualquier bolsillo; pero gastarse 12.000€ en anchoas resultaría disparatado. De hecho, habría que comprarse 857 botes medianos de anchoas de Santoña para llegar a semejante cantidad. Un paisano capaz de zamparse esa enorme cantidad de pescados en semiconserva tiene que ser un verdadero monstruo, en mi opinión.
La anchoa y el traje coinciden, no obstante, en la condición de potenciales regalos. A mi me regalaban de vez en cuando unas anchoas de Castro los inolvidables hermanos Ayarza; yo correspondía preparándoles un marmitako. En cambio nadie me ha regalado nunca un traje, vaya por Dios. Tampoco yo hubiera sabido corresponder; porque, si encima, son trajes por 12.000 eurazos, menudo sobresalto. Me iba a tirar toda la vida haciendo marmitako.
Algo me han aclarado las ideas algunas declaraciones de Rita Barberá, quien afirma que todos los políticos reciben regalos. ¡Pues claro que sí! Por ejemplo El finado Dictador Franco y su distinguida esposa fueron todo un record en la aceptación de todo género de presentes. Incluso su descendencia fue sorprendida en la aduana, cuando intentaban poner algunos de ellos a buen recaudo en el extranjero.
Supongo yo que hay presentes y presentes. Por ejemplo, si mi vecina Candela me sube una cazuelita de pollo guisado (que lo borda) me lo zampo tan campante. Pero, si un alumno mío en dificultades académicas, o su padre, me aparece con un jamón; o, incluso con un fajo de billetes atado con una goma (que me ha pasado), ya sé muy bien lo que tengo que hacer.
Las diferencias entre la anchoa y el traje (o, en su caso, el bolso de lujo) cada vez me parecen más evidentes.

2 comentarios:

Dubitador dijo...

Asinus, creo que se te ha colado una errata


"Del mismo modo no creo que ningún humano consecuente fuera a aventurarse por la calle vestido con una anchoa por toda indumentaria."


Creo que falta la a resaltada en negrita.

Como no es un comentario propiamente dicho resulta perfectamente borrable; es mas, sugiero que asi lo sea una vez cumplido su fin.

Palinuro dijo...

Bueno, según aprendí hace poco, "las erratas son las últimas en abandonar el barco".