domingo, 7 de marzo de 2010

DIVAGANDO SOBRE LA IGUALDAD



Cuestión ésta disputadísima. Por el momento, no parece aplicarse en el sentido socialista, que pretende la utópica igualdad entre todos los seres humanos; tampoco al uso liberal – burgués preconizado por la mítica Revolución Francesa.
La igualdad en estos pagos es interpretada con música de charanga por el orfeón popular de la Ministra Aido, la niña de mi amigo Paco. Y se refiere exclusivamente a la que debe establecerse entre mujeres y hombres en un ámbito bastante restringido, por lo que se va viendo.
Efectivamente, en este país existen numerosos entes e instituciones escasamente igualitarios. Por ejemplo, la plantilla del Atlético de Madrid está constituida exclusivamente por individuos machos. No se plantean sacar al campo un once mixto, que, por otra parte siempre sería desigual, puesto que se trata de un número non y el desequilibrio resultaría inevitable. Por lo que respecta a la Selección Española de Natación Sincronizada, ocurre que todas sus componentes son señoras (y señoritas, supongo), lo que manifiesta un caso opuesto al anterior. Claro que hay motivos que justifican la discriminación. El atuendo del equipo, sin ir más lejos, no me parece ajustado a una anatomía masculina.
En cuanto a la Escuela de Arte Dramático en la que trabaja este asno y servidor de ustedes, la desigualdad parece más mitigada; pero, haberla, hayla. El porcentaje de alumnas representa aproximadamente un setenta y cinco por ciento, frente a un veinticinco de alumnos. También hay bastantes más profesoras que profesores. Todo lo contrario sucede con el gremio del taxi madrileño, y mira que es agradable y confortante que te trasporte una dama educadita, en vez de un bigotudo más de derechas que el caballo del General Pavía, empeñado en involucrarte en su cabreo vital.
Claro que el caso más troglodítico de discriminación lo representa la Iglesia Católica, que sigue emperrada en que los curas sean todos machos y no exista la más remota posibilidad de que se repita el caso de la Papisa Juana. Pero a esa institución hay que echarla de comer aparte, aunque su copioso alimento siga cargando a lomos de contribuyente.
Observemos ahora otra cuestión debatida ardorosamente por estas fechas: la fiesta de toros. Hay quienes están a favor y quienes están en contra. Ambos bandos se lo toman muy a pecho y, para postre, mezclan con lo taurino posiciones políticas ajenas al asunto. Ahora bien: ¿a nadie se le ocurre protestar porque en los ruedos sólo se sacrifiquen toros, y no vacas? ¿Es que van a ser siempre los machos bovinos los que paguen el pato? Alguien podrá alegar que en los pueblos se corren vaquillas, pero a ver si es lo mismo, qué carajo. Con el objeto de eliminar la discriminación, al menos en lo nominal, se tendría que hablar de “fiesta de bóvidos”. Después de todo, los debates igualitarios tienen bastante punto nominalista.
Ya digo que se trata de divagar, que es gratis y muy entretenido.

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