lunes, 8 de marzo de 2010

LOS OSCAR ME IMPORTAN UN RÀBANO



Ayer descubrí con satisfacción que los premios Oscar me importan un rábano. Desde luego, no presencié en la tele la famosa ceremonia de la alfombra roja. Hay espectáculos que no me interesan y éste es de los que menos me llaman la atención, como no me parecen atractivos los belenes vivientes. En el ámbito de los premios, tampoco me inclino por los concursos de ganado, ni por la elección de Miss Universo.
Así que también estoy en mi perfecto derecho de pasar por completo de los Oscar.
Alguien atribuirá este rechazo a que no me sienta bien el escote “palabra de honor”, que, por lo visto era lo esencial en el show. Puede ser.
O bien a mi inveterada falta de patriotismo, manifiesta en el hecho de que una compatriota residente en el exterior, que hace piruetas medio en pelota colgada de un trapecio, no me parezca acreedora a éste u otro reconocimiento internacional, y, si lo era, pues a mi plin.
El caso es que sigo todavía disfrutando de una intensa sensación de alivio, similar a la que experimento cuando compruebo que jamás he visto un programa de “Gran Hermano”, por rechazo estético y por respeto a Orwell.
A mi esto de los Oscar me parece una horterada de mercachifles del espectáculo.

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