miércoles, 23 de febrero de 2011
PRINGADOS
Me lo venía temiendo desde hace una buena temporada, pero ahora lo ratifico de forma categórica: pringados. El mundo lo gobierna una pandilla de pringados.
Baso esta afirmación en las caras de pescado hervido que se les han puesto a todos los líderes cósmicos o mandamases ante la convulsión que se está produciendo por la parte del sur próximo y no tan próximo. Parece que ninguno de nuestros jefazos se había barruntado que pudiera montarse semejante belén en cuestión de semanas y coincidiendo con las fechas del carnaval, circunstancia que podría resultar chusca, si no fuera por los tintes trágicos y sangrientos que la revisten.
Nuestros sabios titulares ya habían sido incapaces de pronosticar la crisis económica que se nos venía encima. Y no era moco de pavo, porque ha puesto de relieve que las recetas capitalistas (o “neoliberales”, si se quiere matizar) eran una perfecta filfa, capaz sólo de enriquecer portentosamente a unos cuantos en detrimento de la gran mayoría de los ciudadanos, incluso en la parte opulenta del mundo.
Ahora se le ha venido encima todo un cataclismo, no sé si biológico o telúrico, que toca de lleno al núcleo de sus sagaces y afamados equilibrios geoestratégicos, macroeconómicos y, en general, patéticos. Se pasaron de listos una vez más.
Esto no es como para celebrarlo, porque los costes humanos son enormes, pero sí que proporciona algo de alivio comprobar que no son muy espabilados, porque, si además de malévolos, fueran tan listos como ellos creen, habría que echarse a temblar.
sábado, 19 de febrero de 2011
LA RACIÓN DEL PEDAGOGO
Cualquier familia de patricios como es debido conoce y proclama la importancia de la educación. Es más, si a un paterfamilias le preguntan qué cosa valora más de cuantas lustran y son atesoradas en su prestigioso hogar, no hablará de sus lares y penates, ni mencionará los viñedos de la quinta que posee en Capua. No: la educación, la “paideia”, si es que se pone fino.
Por eso en toda casa que se respete tiene que haber pedagogo. Se trata normalmente de un liberto ligeramente excéntrico, cuya misión es ilustrar a los retoños de la familia sobre temas variados y prestigiosos. Las lecciones que Homero ofrece en su Iliada, con especial atención a las salvajadas del voluble Aquiles y a la taimada zorrería de Odiseo; o bien las atinadas observaciones geográficas de Tolomeo y las muy prácticas indicaciones médicas de Dioscórides. Cosa diferente es que los susodichos retoños presten alguna atención a toda esa sapiencia y no arrojen las tablillas a la cabeza del sufrido mentor, pero ése no es el asunto por ahora.
El pedagogo suele ser un individuo bastante sobrio, o, al menos, practica hábitos muy morigerados porque no tiene más remedio. Sin embargo los costes grandes o pequeños de su manutención y alojamiento está claro que cargan sobre el patrimonio familiar y se suman a los numerosos gastos de una familia patricia normal.
De vez en cuando una familia de esas características se ve en apuros para tranquilizar a sus acreedores y quedar bien en sociedad y se ve obligada a adoptar algunas medidas de sobriedad y contención del gasto. Es entonces cuando el paterfamilias repara en la ración del pedagogo. ¡Cáspita, por Mercurio! Resulta que el liberto en cuestión devenga un celemín de trigo, dos medidas de garbanzos y tres libras de vaca. ¡Qué barbaridad!
Prescindir del pedagogo, ni pensarlo, porque qué iba a decir la gente. Sin embargo, es posible convertir el celemín de trigo en celemín de cebada, las dos medidas de garbanzos, en una de habas secas y las tres libras de vaca se pueden sustituir por una libra de tocino rancio. Por añadidura, a las ordinarias tareas educativas, que no ocupan la jornada completa, se pueden añadir unas cuantas horas de otras faenas domésticas, cuales sean la alimentación de los puercos o la limpieza del patio. De esa manera reducimos gastos y “optimizamos” (así dice el muy analfabeto) el rendimiento del sujeto en cuestión.
El sujeto en cuestión es, como decimos, bastante sobrio y, por añadidura, resignado, ya que se ha formado por lo visto en la escuela estoica; así que se aguanta con los recortes alimentarios y, como mucho, maldice en griego por los rincones. Desde luego, ni se le pasa por la imaginación echar los pies por alto. ¡Minerva, que me quede como estoy!
domingo, 13 de febrero de 2011
HUMO EN ESPACIOS PÚBLICOS
Alguna gente se está echando las manos a la cabeza ante la prohibición, cada vez más extendida y severa del humo en los espacios públicos. Hay quien hasta se escandaliza porque en la Metrópoli Cósmica de Nueva York ya no dejen fumar ni tan siquiera en los parques y las playas.
Ignorancia y falta de información. Hay argumentos de autoridad sobrados para abonar las tesis del anti-humo. Personas de reconocido prestigio que estuvieron en contra del humo en espacios públicos, por muy abiertos y despejados que estos fueran, por ejemplo:
- Giordano Bruno, quemado en medio de espesa humareda en la Piazza dei Fiori de Roma (1.600).
- Juana de Arco, achicharrada y ahumada en la plaza pública de Ruán. (Place du Vieux Marché mayo de 1431)
- Miguel Server, abrasado en fumosa pira ginebrina (Lugar de Champel 1.553)
Así que tomando nota y menos piarlas.
UNA REVOLUCIÓN PATAFÍSICA
“La patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias”
Llevaba una buena temporada sin escribir nada aquí. Más que nada porque no se me ocurría nada interesante que decir, al menos desde mi punto de vista. Puede que desde otra perspectiva sí que hubiera tenido interés, quién sabe.
Me ha espabilado ligeramente el gran meneo que se está produciendo en el llamado “mundo árabe”, por llamarlo de alguna manera, porque si algo caracteriza a ese mundo es su prodigioso revoltillo étnico – racial, llevado, por cierto, con una naturalidad asombrosa.
Si a uno le dicen hace cuatro días y medio que al ciudadano Ben Ali le iban a dar una patada en el culo, o que al individuo Mubarak le iban a sacar del trono por las orejas, seguro que le entra un ataque de risa floja. La permanencia en el sillón de este género de lacras formaba parte de lo inexorable, que viene siendo el nervio ideológico de nuestro tiempo. Igual que parece inexorable la ley de los mercados, o séase el imperio de la redomada hijoputez antisocial.
Si, por añadidura, uno ha tenido algún género de contacto con los países ésos, normalmente será víctima del más acendrado fatalismo sobre su futuro político. Residí una larga temporada en Marruecos, realicé un descorazonador reportaje en la Argelia del FIS, visité Túnez por razones de trabajo en un par de ocasiones, en una de las cuales tuve el discutible honor de ser recibido por el propio sátrapa, que, la verdad, daba el pego muchísimo…
Como conclusión general, aquello parecía atado y bien atado; más que atado, encadenado.
De aquí mi perplejidad y reafirmación patafísica: la excepción es o puede ser la regla. Y eso anima una barbaridad. Supongo que nuestro amigo el Rey, Mohamed VI, comendador de los creyentes y principal desvalijador de Marruecos (“demóvoro” dice Homero en la Iliada, muy atinadamente) habrá tenido que solicitar a toda prisa el dorado orinal real a la vista de la que está cayendo. Pero es sólo una hipótesis y tampoco quiero pasarme de optimista.
Lo cierto es que hasta los más afianzados mamones del área, o se ven obligados a extremar la represión, o arrojan limosnitas al populacho a ver si se tranquiliza y deja de dar por saco.
Estamos ante la excepción como regla, y eso es un alivio, a decir verdad.
Ya en América Latina les salió la criada respondona hace unos cuantos años y yo tuve otro ataque de optimismo de los míos, porque también había caminado bastante por aquellos andurriales y todo parecía conducirse por el camino de lo impepinable. Y no. Al margen de si me gustan o no personajes como Evo y Hugo, el caso es que también en América alguien iba royendo el nudo gordiano. La omnímoda presencia de la CIA y sus múltiples tentáculos no parecía ya tan eficiente.
Claro que no cabe extrapolar lo que sucede en el Norte de África hacia nuestro sofisticado y monísimo mundo. Son situaciones diferentes en bastantes y notorios sentidos. Pero por aquí no estaría nada mal que alguien se plantease la regla de lo excepcional, le perdiese miedo al coco y decidiese hacerles un corte de manga al FMI, a la odiosa señora Merkel y, en general, a los patrones de lo inexorable en provecho de los mismos de siempre.
Un último ataque de abierto descojono ante las majaderas salutaciones de nuestros próceres a los nuevos y luminosos horizontes políticos para Egipto, Túnez y demás. ¡Tendrán poca vergüenza!
N.B. La imagen es de Tell el Amarna, el momento más patafísico del antiguo Egipto.
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