sábado, 21 de mayo de 2011

CÓMO ME LO REFLEXIONARÍA YO



Parece ser que Don René Descartes reflexionaba al lado de una estufa y eso le dio bastante buenos resultados. Don Isaac Newton parece que reflexionaba, o sesteaba (quién sabe) debajo de un manzano y entre él y una fruta desprendida del árbol lograron maravillas. Teofrasto el Peripatético, ya lo dice la palabra, reflexionaba deambulando de aquí para allá, que es otra forma de darle al caletre.
Es importante reflexionar, especialmente en vísperas de comicios. Sin embargo, tal operación de la mente no se puede efectuar de cualquier manera, y eso lo saben perfectamente las Juntas Electorales. Es preciso saber dónde, cómo y con quién reflexionar, so pena de incurrir en graves errores y sufrir, en consecuencia, sanciones proporcionadas a ellos. Si usted quiere reflexionar, debe asesorarse por una autoridad en la materia y, sobre todo, obtener las pertinentes licencias.
Por el momento, sabemos que reflexionar en pandilla por la vía pública es positivamente malo, porque puedes inducir a terceros a una conducta electoral errónea.
Por suerte, hay muchas otras maneras de sumirse en cogitaciones preelectorales. Usted puede pensárselo en misa de doce de los Jesuitas, porque, aunque haya muchos feligreses, son todos gente honorable y bienpensante.
También cabe refugiarse en lo más íntimo de nuestro hogar, y allí situar todas las papeletas sobre una mesa y frente al ventilador. La que caiga más lejos es la buena.
Reflexionar encaramado a una columna, como Dionisio el Estilita, es otra opción, aunque realmente incómoda.
Mucho se ha debatido sobre el cómo y el qué de la reflexión. Hay quien opina que es posible hacerlo mientras se fuma; otros dicen que no. ¿Es lícito y provechoso reflexionar sentado en una terraza de Lavapiés? Yo solía hacerlo, pero ahora me planteo dudas, vacilo, porque lo hice sin el necesario beneplácito de un reflexiólogo autorizado, un miembro de Junta Electoral, por ejemplo.
Por último, queda pendiente la cuestión de si a los que reflexionan de forma inadecuada hay que aplicarles penas aflictivas, cuáles serían éstas y quién debería ejecutarlas.
Voces muy autorizadas proponen lanzar cargas de cosacos contra los que, desafiando las graves sentencias de la autoridad (sea ésta competente o, a todas luces, incompetente), osaren reflexionar en pandilla y en la vía pública.
En fin, que, parafraseando a la inmortal Lola Flores, sigo sumido en la incertidumbre: ¿cómo me lo reflexionaría yo?

1 comentario:

melkart dijo...

Me gusta reflexionar en el váter, junto a un reflexólogo, para que éste se harte de mier.....