martes, 12 de julio de 2011
PRIMAS DE RIESGO
Yo siempre había pensado que tenía primas de riesgo. En mi ignorancia, creía que una prima de riesgo era una prima, carnal o segunda, pero especialmente muy carnal, que estaba buenísima y por eso mismo era un verdadero peligro, del que convenía mantenerse alejado. Claro que uno no se alejaba, sino todo lo contrario. Y ahí estaba el riesgo. Por ejemplo, mi prima Carmencita resultó ser una prima de muchísimo riesgo. De hecho, cuando nuestro común tío Don Equilipondio (nombre ficticio) descubrió los escarceos en que ambos andábamos, me montó un cirio de mucho cuidado. Era un hombre de arraigados principios morales, y eso toda Pamplona sabe lo que quiere decir. Claro que yo no le hice caso al tío Equilipondio y seguí arrimándome al fuego sin reparar en el riesgo de achicharramiento total.
Por fortuna, no llegó la sangre al río, pero no fue porque mi prima y yo no lo intentásemos al borde de la temeridad.
Otras primas de más o menos riesgo he tenido, o he creído tener. Mi amigo Agustín fue aún más audaz y acabó casado con uno de estos mágicos seres.
Pues bien, gracias a lecturas recientes de prensa autorizada, he salido de mi error. Una prima de riesgo no es una consanguínea suculenta, sino una hija de puta borde, que te la presenta un tal Moody’s y te lleva a la ruina inexorablemente. Pues vaya plan.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Darling:
Actualiza mi blog y date por allí un paseo. Mi nombre artístico más com. :)
Muchos cariños,
Alejandra
huy esa foto da mucho miedo la verdad...
Yo la veo como una princesa poco agraciada.
Gracias Lakacerola
Publicar un comentario