miércoles, 5 de septiembre de 2012

QUE NO SE MUERA






Creo que a Esperanza Aguirre le ha sentado fatal que alguien entre el distinguido público la invitara a morirse: “¡Esperanza, muérete!”. Lo mismo podían haberle dicho que se multiplicase por cero, a la manera de Bart Simpson; o bien que se comprase un kilo de niebla y se perdiera dentro. No sé si le habría sentado tan mal, pero en el fondo venía a significar lo mismo. Normalmente estas expresiones no son literales, sino más bien metafóricas. Se emplean cuando alguien nos resulta molesto o gravoso, pero en ningún caso poseen el valor de conjuro o sortilegio. De hecho, nadie ha caído fulminado en cuanto le han soltado a la cara un dicharacho tal que los mentados.

Personalmente desearía que esperanza Aguirre desapareciera de la escena política, porque me resulta muy desagradable y su gestión no me convence en absoluto, pero no deseo que se muera. ¡Pobrecilla! Que siga viva y juegue al golf, o que haga ganchillo, o que se dedique a la doma de pulgas; por mi, como si se ducha. Pero la política que la deje y que no fastidie más con la Telemadrid ésa, que no hay quien la aguante.

Esa buena señora se lo ha tomado al pie de la letra y hasta ha pedido la intervención de la fiscalía, lo que francamente suena a cachondeo. Cierto que su especialidad es cachondearse de la ciudadanía en general, así que no tiene mucho de nuevo.

Por otra parte, como buena cristiana que es, tal vez debiera tomarse el dicterio en plan “memento mori”, o acordarse de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, o visualizar los cuadros de Valdés Leal (“In ictu oculi”, por ejemplo), pero se ve que carece de sentido ascético, o que nunca ha hecho los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. El hecho es que la condición de Presidenta de Comunidad Autónoma no comporta la inmortalidad, así que no era para tanto.

Pues nada, lo dicho, que no se muera hasta que le llegue la cosa del Dies irae, pero que deje de fastidiar.

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