jueves, 13 de septiembre de 2012

¡SO…COMUNISTA!




Eran tiempos de miseria y miedo. Posguerra, bloqueo, racionamiento, gazuza. Normalmente uno prefiere no acordarse, pero hay quien de vez en cuando se empeña en recordártelo.

Hombre, cuando se es un chaval, acaba pareciéndote natural todo, o casi todo y, por añadidura, procuras guardar las cosas más agradables, como la merienda de pan con chocolate o las series radiofónicas de José Mallorquí. En cambio hay otras, que mejor sumir en el pozo del olvido.

Algunos insultos usuales en aquellos tiempos eran “piojoso”, “muerto de hambre”, “tiñoso”, “hijo de un pobre”. También “rojo” y “comunista”. Y es que había piojos (verdes, en particular), gazuza a raudales (ver “Carpanta”), tiña y pobreza, mucha pobreza. La Doña Rosa de “La Colmena”, cuando quería insultar a sus empleados y clientes solía llamarles “rojos”. Y eso que ya no quedaban rojos ni comunistas visibles, porque, o se los había cargado Franco, o estaban en chirona, o habían tenido que tomar las de Villadiego para evitar el fusilamiento o la cárcel.

Yo pensaba que lo de “comunista” como insulto ya había pasado a la historia, pero se ve que no. La muy dicharachera Presidenta de la Comunidad de Madrid, Doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, le espetó a Gregorio Gordo el infamante calificativo (en su extraviado criterio) y se quedó tan ancha. Lástima que Gregorio, que es demasiado bueno y hasta candoroso, no le siguiera la cuchufleta sino que le saliera en plan serio. La señora ésa no merecía tanto respeto.

Parece bastante claro el mundo en que viven ella y sus compañeros de filas. Lo de demonizar el comunismo fue uno de los miserables tópicos del franquismo, y parece que funcionó perfectamente. Al menos, funcionó para los herederos de la dictadura.

Lástima que Gregorio Gordo no echara mano a insultos coetáneos, porque la podía haber motejado de “tonta del bote”, “pelanas”, “señorita del pan pringao”, “tonta de la pandereta”… Está claro que los comunistas son mucho más educados que la tía faltona de la Aguirre; porque, si no, podía haberle replicado llamándola tuercebotas, berzotas, cantamañanas, botarate, chisgarabís, cantamañanas, carcamal, ceporra, cercopiteca, chalá, energúmena, espantajo, fanfarrona, filibustera, ganapán, gafotas… Eso sí que son insultos, y no lo de comunista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Comunista era Stalin, no?, majete.

Anónimo dijo...

Hombre. El problema que hemos tenido en este país es que el tal Franco lo volvió todo del revés, y consiguió que el término comunista acabase siendo sinónimo de honesto, valiente, buena gente, etc, sin dar a los comunistas ni una sola oportunidad en 40 años de demostrar la verdad...
Y el viejo cabrón lo hizo tan bien que incluso en la actualidad decir de uno que es de derechas es como decir que es hijo de padre desconocido y en cambio cuando a otro se le llama comunista se pone hasta contento.
Al tal Gordo se le deberían "aflojar las canillas" si lo de "comunista" se lo hubieran espetado a la cara en Polonia o en cualquier otro pais ex-socialista, donde conocen de primera mano que esa es la ideología que más asesinatos ha perpetrado en la historia de la humanidad.
Aquí, para mal o para bien, el Franco ese se empeñó personalmente en evitarnos conocer la realidad (de primera mano, digo).