viernes, 29 de mayo de 2009
PELIGROS DE LA ÉPICA
La épica es un género ordinariamente relacionado con la violencia. En la Iliada Aquiles no se dedica precisamente a repartir florecillas a los troyanos; Beowulf es un héroe, no simplemente violento, sino incluso sanguinario; nuestro Cid Campeador es descrito muy elocuentemente con sangre de moros chorreándole desde la punta de la lanza hasta el codo… Y así sucesivamente.
Siempre que un fenómeno es elevado a la categoría de epopeya, suele suceder que acaben apareciendo cabezas rotas y destrozos varios.
Por eso yo desaconsejaría vivamente a los diversos formadores de opinión que se abstuvieran de enarbolar estandartes y tañer trompas y clarines en torno a hechos no de por sí épicos, como puede ser un partido de fútbol, sin ir más lejos.
La reciente victoria del Barça sobre el Manchester puede ser un ejemplo bastante ilustrativo. Los titulares de prensa sobre el particular presentan todo un florilegio de lenguaje épico. Si, extremado el trompeteo, se comienza a mezclar churras y merinas, el caso resulta de juzgado de guardia; por ejemplo (recorte de periódico): “ERC ha celebrado hoy la victoria del Barça en la final de la copa de Europa con un acto en un lugar de un gran simbolismo para Cataluña, como es el Fossar de les Moreres, un sitio donde los líderes de Esquerra han recordado que se rememora "una gran derrota" con 40.000 catalanes muertos en 1714.” Cágate lorito.
En diversos medios se glorifica a los jugadores como “héroes”, a Guardiola se le proclama “emperador” y la victoria es calificada de “histórica”, como poco. Las distintas cadenas de televisión no han escatimado clarinazos ni minutos en una forma análoga.
En consonancia, el personal se toma la epopeya al pie de la letra y los más destacados paladines se lanzan al saqueo y al arrasamiento, como suele pasar en cualquier ocasión épica: heridos, destrucción y hasta algún muerto que otro, como fruto de la gran ocasión.
Claro que esto no es culpa de los directivos del club, ni de la prensa: son unos cuantos exaltados. También en la toma de Constantinopla dicen que el sultán Mehmet II les había dicho a los turcos:
- No tenéis que pasaros, muchachos, o daremos muy mala imagen.
De forma semejante, parece que, antes del saqueo de Roma, el Duque Carlos les había rogado a los lansquenetes que se comportaran como caballeritos y dejaran en paz a las señoras y a los cardenales.
Pero, claro, con el calentón del momento algunos descontrolados cometieron tropelías, aunque en modo alguno imputables a los próceres ni a sus farautes.
Supongo que a estas alturas todos los miles de eufóricos ciudadanos colmados de gloria y hasta de fervor patriótico habrán ido retornando a lo gris y frustrante de la vida cotidiana. Ya dijo el Duque de Wellington (creo) que sólo hay una cosa más melancólica que una gran derrota, y es una gran victoria. Post coitum tristitia, o algo así.
domingo, 24 de mayo de 2009
EUROABULIA
Creo que es el domingo siete de junio cuando se celebran (o, más bien, “tienen lugar”) en España las elecciones al Parlamento Europeo. Parece ser que a nuestros conciudadanos, como a los ciudadanos de casi todos los países de la Unión, se les da una higa el evento. La morrocotuda abstención registrada en la anterior convocatoria es un bonito síntoma de tal desinterés. Ni aún haciendo coincidir estas elecciones con unas autonómicas parece que susciten más pasión colectiva que una elección de miss Villaconejos (infantil).
Los propios partidos políticos, aunque digan con la boca chiquita que se trata de algo importantísimo, sólo tienen la mirada puesta en los resultados a nivel nacional; digan lo que digan, piensan que la eurocoña venidera les servirá de tanteo cara a unas elecciones de verdad, las que dan o quitan el poder doméstico. Para mi que se equivocan.
Además, estoy convencido de que los escasos votantes que van a acudir a las urnas lo van a hacer con ese mismo criterio. Aquí se va a votar mayormente contra Zapatero, o contra Rajoy; ni siquiera a favor del uno o del otro.
El personal tiene muy poco claro para qué sirve un Parlamento que carece de capacidad legislativa; es decir, que se llama “parlamento” por llamarse de alguna manera. Algunos sí que saben que sus miembros se pasan por allí de higos a brevas y que algunos, como, por ejemplo, el ínclito Mayor Oreja, no han dado un palo en el agua en todo su precedente mandato. Ello le ha valido ser proclamado cabecera de lista por su partido. Suena a cachondeo, la verdad.
La estructura política de nuestra cacareada Europa les suena a japonés a casi todos los ciudadanos, quienes suelen tener más presente al BCE, por aquello de la hipoteca y, algunos, a la Comisión, por lo de las subvenciones. Incluso el Consejo dicen que haberlo, haylo.
No hay experiencia más hilarante que la de haber tenido que participar en alguna actividad o institución de la Unión Europea. Al que suscribe le ha correspondido un par de ellas y ha extraído como principal conclusión que hizo el canelo en ambas ocasiones, si bien las dietas resultaron más que satisfactorias.
Hay dos datos adicionales que pueden fomentar la impresión de inanidad a la que me refiero: uno de ellos la política de “venid y vamos todos”, que ha causado un desmedido engorde de un organismo en incipiente desarrollo; el otro, la evidente bipolaridad entre los cabezas de serie: integracionistas y renuentes.
Pues bien, con todo y con eso, yo seré de los que se sumen a la fiesta: iré a votar a la izquierda, para que se animen un poco estos colegas.
jueves, 21 de mayo de 2009
PAPÁ: ¿PUEDO ABORTAR?
Imaginar escenas imaginadas por otra persona resulta difícil, pero es muy entretenido. Además, es gratis. Si uno conoce opiniones vertidas por el supuesto imaginador, siempre se simplifica algo el proceso. A mi me divierte este pasatiempo, del que tampoco se trata de sacar ninguna hipótesis fiable, pero ya digo que es un pasatiempo sin más pretensiones.
Por ejemplo, imagino una escena imaginada por algún político de la derecha, tras la reforma de la ley del aborto, ésa que permite a una mocosa de dieciséis años ir a abortar sin autorización paterna:
- Papá, mira que he pensado que voy a abortar.
- ¿Y eso?
- No, que me ha dado por ahí, me ha apetecido.
- ¡Vaya por Dios! Eso es que habrás estado follando sin mi autorización.
- Ya sabes. Es que soy muy promiscua.
- Pues también podías haberme pedido una autorización de promiscuidad.
- Claro, pero es que no caí en la cuenta. Creo que iba algo acelerada.
- Por lo menos, haber usado un preservativo.
- ¡Ni hablar! La Jerarquía Católica afirma que el condón sólo sirve para propagar el SIDA, y maldita la gana que tengo yo de ponerme enferma.
- Bueno, pues la píldora poscoital. Ahora la despachan sin receta, ¡qué vergüenza!
- Dicen los más autorizados galenos y boticarios que eso es una bomba para el organismo y a mi me interesa mucho mi organismo, y no sólo a mi, ¿sabes? Porque algunos colegas...
- Déjalo, no entremos en detalles. Por lo menos traerás un impreso normalizado para lo de la autorización. ¡Pero qué cabecita loca! En fin...
Ignoro qué tipo de relación paterno – filial suponen o imaginan el señor Rajoy y sus adláteres, pero me suena que no es demasiado realista. Las ideas que la Iglesia Católica sustenta en torno al sexo sí que están perfectamente claras y, por desdicha, intentan proyectarlas al territorio de la política y al del derecho. Siguen emperrados en mezclar su concepto moral del “pecado” con el concepto jurídico de “delito”. No consiguen enterarse de que con sus feligreses pueden mangonear lo que les dé la gana, pero al resto de los ciudadanos, que nos dejen vivir en paz.
viernes, 15 de mayo de 2009
PERIÓDICOS DE BARRIO
Parece ser que la prensa tradicional en papel está ardiendo. Es que el papel arde a 451 grados Fahrenheit (232,78 centigrados), como es bien sabido. En este caso, más que de temperatura ordinaria, hablaríamos de temperatura mediática, pero ahí está la hoguera.
Las versiones digitales de los rotativos parece que tampoco van demasiado bien. Prueba de ello es que han tenido que apearse del pago para acabar ofreciendo gratis todos sus contenidos. La verdad, sin entrar en profundos análisis de medios, es que resultan bastante aburridos y no se adaptan ni a tiros a los lenguajes propios de la red; siguen reproduciendo a piñón fijo las viejas fórmulas del papel.
A mi solía gustarme mucho leer el periódico tranquilamente, sobre todo sentado en un café o en alguna terraza; sólo que casi nunca hay tiempo para semejante lujo. Quiero decir que no me alegro nada de la crisis de la prensa en papel.
Un reciente descubrimiento me ha consolado algo en esta penosa debacle: periódicos de barrio en la red. Gracias a uno de mis vagabundeos por el internet, descubrí “somoscentro” (http://www.somoscentro.com/)y, luego, “somosmalasaña” (http://www.somosmalasana.com/). Una visita del periodista Antonio Pérez me confirmó en el interés de la idea, así que la proclamo en este panfletillo.
Este periodismo de proximidad me parece que puede tener futuro, porque, entre otras virtudes, tal vez llegue a romper con las informaciones únicas sobre asuntos únicos. Por añadidura, puede ayudar a reconstruir un vínculo de convivencia tan importante como el barrio, que poco a poco iba siendo deglutido por la ciudad macro con sus lamentables cualidades de despersonalización y deshumanización.
Un sujeto como yo, que compra por sistema en las tiendas tradicionales, se corta el pelo en la barbería de toda la vida y frecuenta la tasca de la esquina, tiene que aplaudir (tal vez en su ingenuidad) iniciativas de este tipo. A ver cuando nace “somoslavapiés”, que es mi barrio.
Deseo de todo corazón a los promotores de estos inventillos que no les falle el tesón (ni la financiación, que no es moco de pavo).
ARTE DEL BERRIDO Y CIENCIA DEL ABUCHEO
El berrido, según la Real Academia de la lengua es la voz del becerro y otros animales que berrean. También, grito desaforado de persona. La connotación animal salta a la vista. Cuando alguien, individual o colectivamente, se expresa mediante berridos, está desdeñando la facultad humana de usar el lenguaje articulado.
La génesis del berrido en los colectivos, manadas o rebaños animales es fácilmente detectable por un observador normal. El individuo “A” berrea por cualquier motivo, y entonces se produce una reacción en cadena, que desemboca en berrido colectivo y de ordinario disonante.
En los grupos humanos, asimilados al grupo animal, sucede algo semejante: alguien berrea, aúlla o, en concreto, abuchea, y aquí surge el berrido, aullido o abucheo colectivo. Mira que es simple, ¿eh?
Hace pocos días se produjo una grita (confusión de voces altas y desentonadas) en la final de la copa del Rey, y esa conducta zoológica ha hecho correr ríos de tinta y de chips en todo el ámbito del Estado Español. Se ve que casi nadie se percató de una explicación semiótica tan obvia como la que acabo de exponer sucintamente. Algún energúmeno individual o colectivo dio en berrear, y el carácter contagioso de esta forma elemental de expresión hizo el resto.
Tampoco había que echarse las manos a la cabeza ante un fenómeno tan corriente. Por ejemplo en el Congreso de Diputados estas manifestaciones se producen con insistente machaconería. En el reciente debate sobre el estado de la Nación se puso de manifiesto una vez más. Nada dejaron que envidiar sus señorías a las masas de “hinchas” (expresión en desuso) aullantes de la final copera. Y, sin embargo, se supone que estos caballeros son personas más o menos ilustradas y, desde luego, racionales.
Y es que el sapiens sapiens conserva vínculos indisolubles con su parentela perteneciente a otras especies del fascinante mundo animal. A nadie se le ocurriría criticar a la oveja merina, o al mono aullador o saraguato porque se líe a berrar en pandilla ante cualquier género de estímulo (alarma, mosqueo o circunstancia afín); así que no comprendo por qué se meten con la horda humana berreante.
Hombre, algo sí que choca que una bancada parlamentaria se transfigure en horda. Bastante más que si lo hace una horda futbolera propiamente dicha.
miércoles, 13 de mayo de 2009
CADÁVERES PARLANTES Y OTROS EFECTOS
En el barroco tardío tuvieron mucho éxito las llamadas “comedias de magia”. Las obras de Cañizares, Zamora, Bances Cándamo y compañía hicieron las delicias de un público ansioso de emociones fuertes y trucos de toda índole. Ciertos autores románticos tampoco se cortaron un pelo en tocante a truculencia y demasía escénica.
Uno de los números más celebrados y efectivos era el del cadáver parlante. Y es que impresiona ver cómo el finado se incorpora de golpe y porrazo y pone al descubierto los entresijos de un misterio insoluble para los vivos, o profetiza en plan oráculo algo muy gordo, que indefectiblemente sucederá. Claro que tampoco es moco de pavo el truco del espectro que escribe en un muro con su dedo ensangrentado algún arcano de no te menees, o explica a los circunstantes lo que hay que hacer (o no) para no correr su terrible suerte en los humeantes azufres infernales.
Los comentarios y opiniones de los occisos parecen gozar de un especial predicamento. Y también es que los hay verdaderamente parlanchines, presas de una terrible verborrea. Se ve que, como a ellos ya no les afecta lo que pase o deje de pasar en este valle de lágrimas, pues se lanzan a soltar todo lo que se les ocurre. ¡Ancha es Castilla, que el rey paga!
Con determinados políticos finados (en condición de tales) sucede algo muy parecido. El caso Aznar puede ser el más representativo, aunque no el único, dentro de la especie de espectros políticos locuaces. Yo no he leído su reciente libro, o recetario de infalibles soluciones para todo en general, pero, por lo que dicen las lenguas de la plebe, me da que se ha metido en sudario de once varas sin reparar en gastos. Y no es la primera vez.
Las reacciones de los vivos frente a las macabras travesuras del fantasma, aparecido, zombi o afín suelen ser de lo más variadas. Algunos, los más ingenuos o sugestionables, escuchan maravillados y se creen a pies juntillas el discurso del más allá; otros sudan frío barruntándose las funestas consecuencias que pudiera acarrearles la incontinencia verbal del irresponsable occiso… En fin, que cada quisqui sale por donde puede o por donde le conviene, pero el efecto es de éxito asegurado, funciona.
Personalmente, recomendaría no tomarse muy en serio tales epifanías de ultratumba. Una fantasmada no dejará de ser eso: una fantasmada.
martes, 5 de mayo de 2009
EL DESAHUCIO
De fuera vendrán y de tu casa te echarán... (más o menos: Kanpotik etorriko dira eta zure etxetik botako zaituzte, creo, pero agradecería correcciones)
Parece que el Señor Ibarretxe así ha interpretado el relevo al frente de la Administración Autonómica del País Vasco que se acaba de producir.
El señor Ibarretxe tiene un sentido patrimonial de esa Administración y del País Vasco en su conjunto, porque sigue enfangado en una noción sabiniana y decimonónica de la historia.
Si no, nadie se explicaría el mayúsculo cabreo que ha manifestado en su discurso durante la sesión de investidura de Patxi López. Ni remota idea de qué es eso de la cortesía parlamentaria, equivalente a elegancia. Claro que, como todo se puede empeorar, poniendo un poco de empeño, atrás quedan las perlas de aita Arzallus... ¡Qué barbaridad!
Personalmente, no tengo claro que la exclusión de la llamada “izquierda abertzale” (eso de izquierda habría que hablarlo despacito) haya sido una buena idea. Sin embargo, se ha realizado dentro de la más estricta legalidad, término que, en una perspectiva democrática, equivale de todas todas a legitimidad. Esto tampoco le entra en la mollera al insigne defenestrado.
Lo que sí tengo claro es que a Patxi López le ha aupado a la máxima magistratura vasca un proceso electoral impecable, que ha dado lugar a un pacto de legislatura perfectamente correcto; si bien no del todo deseable, en mi personal criterio.
Y lo que tengo clarísimo es que a los vascos y a los españoles en general nos convenía que el PNV se largase del poder, porque nunca ha estado del todo claro ha dónde quería ir a parar en temas cruciales, como la lucha contra ETA, o su disposición a moverse dentro del marco constitucional.
Así que ongi etorri Patxi, agur Ibarretxe.
lunes, 4 de mayo de 2009
A PIÑÓN FIJO
Será porque estaba releyendo este fin de semana largo (con primero de mayo incluido) “El talón de hierro”, de Jack London. Tal vez por otros motivos menos directos.
El caso es que me dio por pensar que nuestros dirigentes mundiales, todos ellos, circulan a piñón fijo en estos momentos de crisis, una crisis que se me antoja no sólo económica; también política e, incluso, cultural.
Se aferran al mismo sistema que nos ha conducido al agujero con un empecinamiento grotesco. Lo más brillante que se les ha ocurrido parece ser una refundación del capitalismo, aunque nadie sepa qué diablos pueda ser eso, ni con que luminosos y nuevos parámetros pueda realizarse semejante milagro.
Es como si aquel señor que intentaba clavar un clavo en una pared, que escupía el hierro junto a un buen pegote de yeso, en lugar de probar a meter el clavito en otro sitio, agarrase un clavo más gordo y probase a encajarlo en el mismo lugar. Patético.
Y aquí, por lo menos en estas latitudes, las propuestas de la izquierda y las de la derecha difieren poco, muy poco. Ninguna de ellas se separa medio milímetro de la receta única neoliberal, ninguna afronta con decisión una denuncia contra la economía de casino cuyos brillantes frutos estamos cosechando.
La estúpida fe en no sé qué mágicos ciclos, que cumplidos, nos harán ver la luz tras la oscuridad, hace pensar que nuestros gurus del momento creen en los gnomos. De momento, pintan bastos y no es por casualidad.
Pues no, a mi tampoco se me ocurren recetas para conjurar la crisis. Pero diré en mi descargo que yo no me he metido a mandarín.
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